La situación financiera de Grecia seguía proyectando nubarrones sobre el cielo de Davos, que saludó hoy el papel del presidente brasileño Lula da Silva, a pesar de su ausencia, y se volcó en la cuestión del cambio climático de la mano del mandatario mexicano Felipe Calderón.
El primer ministro griego Giorgos Papandreou y su ministro de Finanzas Giorgos Papaconstantinou descartaron hoy la existencia de un «plan B» alternativo a las medidas ya anunciadas para sanear las cuentas públicas de Grecia.
«Plan B simplemente no está en nuestro vocabulario», declaró Papaconstantinou en el Foro Económico Mundial (WEF) que se celebra hasta el domingo en la estación de esquí del este de Suiza
La caída de las obligaciones de Estado griegas y la fuerte baja del euro, a pesar del compromiso asumido por Atenas para sanear sus finanzas, son objeto de especulaciones desde principios de la semana por la posibilidad de una iniciativa excepcional de países europeos para ayudar a Grecia.
Alemania y Francia desmintieron ayer informaciones del diario francés Le Monde en ese sentido.
Ayer, en un esperado debate sobre el futuro de la moneda única europea, Papandreou había denunciado los ataques especulativos que sufre su país, utilizado a su entender como «el punto débil de la zona euro».
La crisis de Grecia se está convirtiendo en una prueba para la cohesión de la Eurozona, nacida en 1999, y por ello el presidente de gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo país está al frente de la Unión Europea (UE) hasta junio, buscó el jueves en Davos dar muestras de la solidez del euro.
Muchos economistas y empresario temen una recaída de la economía mundial, teniendo en cuenta que el crecimiento de los últimos meses ha estado alimentado principalmente por los masivos planes de apoyo presupuestario de los gobiernos, que a cambio se han endeudado mucho.
Ausente por un problema de salud, Lula da Silva fue de todos modos consagrado hoy por Davos como su «estadista global», por el balance de una gestión que concilió crecimiento económico y justicia social y destrozó los prejuicios de la elite mundial.
«Por primera vez en su historia este Foro quiere honrar a un extraordinario hombre de Estado entregándole un premio al «estadista global»», anunció el profesor Klaus Schwab, ideólogo del WEF, una fundación que siempre ha defendido las tendencias más liberales en materia de finanzas y economía.
Fue el canciller Celso Amorim el encargado de representar a Lula y leer su discurso, en el que el presidente no dejó pasar la oportunidad de recordar su primera visita a Davos en 2003, cuando «el mundo temía del futuro de Brasil, porque no sabía el rumbo exacto que nuestro país tomaría bajo el liderazgo de un operario sin diploma universitario y nacido políticamente en el seno de la izquierda sindical».
«Siete años después puedo mirar a los ojos a cada uno de ustedes, y más que eso a los ojos de mi pueblo, y decirles que Brasil, con todas sus dificultades, cumplió con su parte», afirmó, enumerando los logros de su gestión.
Más temprano, y en un debate denominado «De Copenhague a México» sobre el cambio climático, el presidente mexicano Calderón, nuevo paladín de la lucha contra el calentamiento global, pidió «construir un puente entre los países pobres y los más desarrollados» para buscar un acuerdo internacional sobre el tema.
«Hay que restablecer la confianza entre los socios. Para hacer eso quiero escuchar todas la voces, traer a la mesa a cada país», agregó, de cara a la reunión internacional que organizará México a fines de 2010 para tratar de superar el fracaso de la Conferencia de Copenhague de diciembre pasado.
Por último, el fundador del Microsoft, Bill Gates, participante habitual de Davos, prometió el viernes que su Fundación aportaría 10.000 millones de dólares en diez años para la investigación, el desarrollo y la distribución de vacunas en los países más pobres del planeta.
«Esta tiene que ser la década de las vacunas», afirmó Gates, recordando que «la vacunación ya salvó y mejoró millones de vidas en los países en desarrollo».