Las enseñanzas de la historia


í“scar Enrique Alvarado S.

Para muchos la época colonial puede ser resumida en la aplicación de leyes despóticas, fanatismo y supersticiones. Sin embargo, aquel largo perí­odo de dominio español presenta rasgos complejos. Con todo lo negativo que se le pretende inculcar tuvo también caracterí­sticas positivas, una de ellas; la polí­tica del gobierno monárquico por mantener las tierras comunales como un bien preciado de los grupos indí­genas. Incluso hacia finales del siglo XVIII, con las reformas borbónicas de Carlos III y la implantación del sistema de intendencias para mejorar las administraciones de hacienda, justicia, educación, defensa de las costas y otros rasgos culturales, fue un hecho que los intendentes se enfrentaron a alcaldes mayores, corregidores y otros funcionarios que se enriquecí­an explotando a indí­genas mediante el sistema de los repartimientos de mercancí­as y de hilazas, así­ como el trabajo forzado. Hubo minorí­as de indí­genas que también obtuvieron provecho de la explotación de sus mismos hermanos étnicos. Pero en medio del pago de tributos y muchas veces de los malos tratos los grupos indí­genas siempre contaron con sus tierras comunales y las cajas de comunidad para hacer frente a los gastos de los pueblos.

Dentro de la pérdida de valores y de identidades comunes a los habitantes de nuestro tiempo también se han perdido las tierras comunales, bienes preciados que mantendrí­an la fuerza de las repúblicas indí­genas. Es por ello que los profesionales provenientes de las etnias no debieran pensar únicamente en acumular fortunas, también debieran pensar en ser solidarios en rescatar el patrimonio común de los pueblos, sus tierras.

Digámoslo de una sola vez que lo que constituye la mayor aspiración es volver a las tierras comunales. No enredar con una terminologí­a averiguando si aún conservan rasgos precapitalistas. He visto personas obtener grandes ingresos económicos en dólares por escribir en términos confusos. El indí­gena que pide limosna en la calle no vive del que lucra con su miseria viviendo en hoteles de cinco estrellas.

Vuelvan los grupos indí­genas a las tierras comunales, a la tradición de sus ancestros. No queda otra alternativa.