Durante miles de años, la humanidad y las diferentes civilizaciones han conocido la existencia de productos que  conocemos como estupefacientes o drogas. Son los países desarrollados, encabezados por Estados Unidos, los principales mercados de consumo de estos productos. Sin embargo, en el combate a la producción, industrialización y transporte de las drogas o estupefacientes, el gobierno norteamericano pide que allende sus fronteras se realice.
jfrlguate@yahoo.com
Durante la prohibición de consumo de bebidas alcohólicas en los Estados Unidos, el combate se hizo dentro del territorio norteamericano, no se le pidió a Escocia que destruyera la producción de wisky, ni se le pidió al Canadá que se dedicara a combatir el tráfico de bebidas alcohólicas, mucho menos se les calificó o sancionó con descertificaciones por su comportamiento.
Â
En Europa ya existe la política que permite la tenencia de varias drogas para consumo personal. Recientemente, los ex presidentes de Brasil, Fernando Enrique Cardoza; de Colombia, César Gaviria y México, Ernesto Zedillo plantean la discriminalización de la tenencia de marihuana para uso personal y el «cambio de paradigmas» en el combate a las drogas, evidenciando que el combate como única política, contraria al consumo de drogas, no ha logrado los resultados que el Gobierno norteamericano plantea.
Â
Para los guatemaltecos, las drogas, su comercialización y traslado se han convertido en un importante tema que influye enormemente en la inseguridad. Los tribunales, los jueces cada día más se encuentran en precaria situación para poder juzgar y conocer estos hechos. No es que no tengan «preparación y coraje», lo que no tienen es lo que al embajador McFarland le sobra, vehículos blindados, personal de seguridad y millonarios ingresos.
Â
Recientemente el embajador norteamericano entregó tres lanchas con dos motores. Qué impacto pueden tener esos limitados vehículos marítimos. También se informa que en su programa de combate a las drogas se entregará al gobierno de Guatemala 16 millones de dólares y al gobierno de México 400 millones. Qué puede significar esa reducida cantidad de ayuda a nuestro país cuando los gastos que el Estado debe realizar son 20 veces mayores.
Â
Ningún ciudadano, ningún padre de familia desea que en nuestro país se ofrezcan drogas, que se trafique con las mismas pero tampoco podemos pretender que los guatemaltecos nuevamente seamos quienes tengamos que contribuir con recursos y sacrificios en el combate a las drogas, cuyos consumidores son principalmente los países desarrollados como Estados Unidos.
Â
Lo menos que el gobierno norteamericano debería establecer con Guatemala es un acuerdo de reembolso o de reintegro de gastos derivados del combate al tráfico de drogas, llevar las cuentas de lo que se invierte en personal guatemalteco y equipos en la persecución del tráfico y en la destrucción de estupefacientes, en protección a los jueces y oficiales, en mantenimiento y operación de todas esas labores para que el ciento por ciento de nuestros impuestos, utilizados en ese combate, se nos reintegre mes a mes.
Â
En otras palabras, el que quiere celeste que le cueste. Es un abuso pretender que nuestra débil economía subsidie a la más grande del mundo en un problema que ellos deben resolver.