Las dificultades de trabajar con un jefe veleta


Oscar-Clemente-Marroquin

Siguiendo con las conclusiones que uno tiene que sacar de la lectura del libro “Rendición de Cuentas” del doctor Juan Alberto Fuentes Knight, hay que ver la forma en que pinta la pobre y patética figura de quien fuera su jefe, el Presidente de la República, ingeniero ílvaro Colom Caballeros. Ya vimos lo que dice del Congreso, lo que dice de Sandra Torres, del financista y Secretario Privado Gustavo Alejos. Se pega una buena parada en el embajador Stephen McFarland por la encerrona que le armó al Presidente con el sector privado cuando la llamada “reformita fiscal”, reunión que puso prácticamente fin al último empeño por aprobar cambios impositivos en el paí­s durante este gobierno.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

 


Pero a lo largo de todo el libro flota la figura ambivalente, indecisa, sin carácter ni determinación, del Presidente de la República a quien describe como auténtica veleta. Vacilante en extremo, se le ve dudar entre apoyar el criterio de los técnicos, el de su equipo polí­tico, o los más poderosos de Gustavo Alejos y Sandra Torres. Obviamente éstos dos casi siempre tení­an la última palabra y aunque Alejos se cuidaba mucho de no confrontar a la Primera Dama, no se puede decir que estuviera en franca desventaja.

Servir a un jefe así­ es un dolor de cabeza permanente porque uno no sabe a qué atenerse. El mismo Fuentes relata algunas veces en las que salió de una reunión con el Presidente convencido de que gozaba del pleno respaldo para sus iniciativas para luego toparse con evasivas. Nunca le zafó abiertamente la varita ni lo mandó al chorizo, sino que le daba largas a los asuntos de manera que todo se fuera enfriando.

La única explicación que cabe para mantenerse en esa lí­nea de trabajo luego de tanto desengaño es que uno mismo trata de aprovechar la debilidad de carácter del jefe para influir en él y entrar en abierta competencia con los otros que tienen colmillo para hacerle cambiar de criterio. No serí­a el primer caso, porque siempre las personas que se sienten más competentes y más decididas que sus jefes se dan cuenta de las debilidades del superior y tratan de sacarle ventaja, lo que en algunos casos se convierte en una lucha feroz entre distintas facciones.

En ese sentido se puede decir que mientras más veleta es un jefe, mayores pugnas surgen entre los que le rodean porque todos, absolutamente todos, tratan de sacarle provecho a la situación. La gran fortuna, y a la vez desgracia, de Colom fue el papel que jugó su mujer, puesto que lo que a él le faltó de carácter y decisión a ella le sobró, tanto así­ que embarcó al gobierno, al partido y al mismo paí­s, en una aventura electoral que al final tuvo consecuencias adversas para todos. Fue por esa ambición que al final de cuentas le bloqueó el Presupuesto del 2010 a Fuentes Knight y hasta entonces éste empezó a darse cuenta que estaba en otra liga muy inferior a la que formaban Alejos y Torres, por lo que terminó por irse luego de dos años y pico en los que no hizo sino filtrar deslealmente informaciones con el ruego de que no se las atribuyeran a él, tratando de hacer otro tipo de presión.

Cuando empezó este gobierno se promovió cualquier obra como aporte del “Gobierno de ílvaro Colom”, lo que a lo mejor fue una muestra de cuánta falta hací­a reforzarle a él la creencia de que realmente éste era “su” gobierno y no el de su esposa. Pero los hechos fueron rotundamente contundentes y por si alguna duda habí­a, nuevamente ese libro que tiene un lenguaje sibilino, es decir misterioso, oscuro con apariencia de importante, nos aporta luces para entender cómo fue que se meneó la melcocha en estos cuatro años.