Producciones exhibidas en el XI Festival Internacional de Cine Ambiental (FICA) ponen en relieve las enormes dificultades que enfrenta el activismo ligado al medio ambiente, desde la falta de recursos para investigaciones científicas hasta problemas legales.
En el largometraje «El árbol de la música», el director Otávio Juliano se concentró en el árbol llamado «Pau Brasil», cuya madera es utilizada para fabricación de arcos para instrumentos de cuerda, y la difícil cruzada de los científicos que se dedican a proteger la especie, en peligro de extinción.
«Creo que la película es, de cierta forma, un homenaje al trabajo de los investigadores», dijo Juliano.
El cineasta acompañó el trabajo del investigador brasileño Haroldo de Lima. «Lima tiene que comprar cosas con su propio dinero, como un aparato GPS para marcar ejemplares de «pau brasil» en la floresta o una cámara fotográfica para registrar esos hallazgos», dijo Juliano.
La situación del «pau brasil», que dio su nombre al país, es tan dramática que una asociación internacional de fabricantes de instrumentos de cuerda comenzó hace 15 años a financiar en el estado nororiental de Bahia la plantación de árboles de esa especie, para que no desaparezca por completo.
En tanto el mediometraje «Cazadores de Dinosauros», de Neila Tavares y Lara de Campos, acompaña las increíbles dificultades de una expedición de paleontólogos al estado brasileño de Mato Grosso para buscar restos fósiles, expedición que en realidad acabó siendo financiada por las propias cineastas.
Tavares dijo que la idea del mediometraje comenzó cuando entró en contacto con el paleontólogo Alexander Kellner. «Me dijo que quería organizar una expedición a un sitio donde ya habían sido detectado fósiles. Pero que no tenía dinero», recordó.
El mediometraje «Arrakis», del director Andrea di Nardo, a su vez, mezcla lirismo y bellísimas imágenes como telón de fondo para la historia de obreros italianos de fábricas de amianto, quienes nunca fueron indemnizados indemnización por los daños a su salud.
Di Nardo apuntó que se trata de un «documental en tributo» a esos trabajadores. Le película es narrada por la voz ronca de Silvestro Capelli, a quien fue necesario extirparle la laringe y las cuerdas vocales para combatir un cáncer provocado por la exposición al amianto.
«Todos sabían. Los sindicatos lo sabían. La gerencia lo sabía. Las autoridades de salud lo sabían. Nos condenaron a la muerte y a la invalidez», narra Capelli en uno de los momentos más dramáticos.
En tanto, «Veneno en venta», del director Alemán Manfred Ladwig, se coloca como un fuerte alegato contra la empresa Monsanto por los efectos del uso del ya tristemente famoso «agente naranja».
El film registra la lucha, que dura hasta la actualidad, de campesinos vietnamitas y ex soldados de Estados Unidos en diversos tribunales para conseguir compensaciones aunque enfrentados a un enmarañado sistema legal.
En esta XI edición del festival fueron seleccionadas 29 producciones de 13 países, que abordan algunas de las principales y más urgentes cuestiones ambientales del siglo XXI, tales como la escasez de agua, el calentamiento global, la polución en los países en desarrollo y la extinción de varias especies.
Un total de 556 obras de 47 países fueron presentadas inicialmente para esta muestra, y muchas se exhibirán fuera de concurso.