Las diez peores decisiones en los Mundiales


La próxima semana los seleccionadores nacionales deben entregar la lista «casi» definitiva (sólo podrán hacer algunos cambios por lesiones justificadas con exámenes médicos) de quienes integrarán los equipos que jugarán el Mundial 2010, en Sudáfrica. Si bien, ya se sabe más o menos el 70 por ciento de las nóminas, la decisión de a quién convocar es una de las más importantes para el Mundial, ya que se deben llevar jugadores con las caracterí­sticas necesarias para enfrentar a los rivales, y ello implica, también, imaginar los posibles enfrentamientos, en dado caso clasificar más allá de la primera ronda.


Los técnicos sólo tienen esta semana para terminar de configurar su lista, por lo que se prevé que tengan unos dí­as de mucha presión, además que los jugadores -que aún no han asegurado el sello sudafricano en el pasaporte-, darán el todo con sus equipos, para tener motivos para poner en serios aprietos a los entrenadores.

Hasta ahora, los directores técnicos serán, sobre todo, seleccionadores. Todos saben que no es necesario convocar a los mejores, sino a los que los técnicos consideren que van a servir. A los que hacen caso. A los que se ajustan a determinado tipo de juego. Y ello supone que a veces se queden los mejores, en dudosas decisiones, que luego deberán justificar con resultados. Después, el técnico deberá ser un estratega, un psicólogo, un analista, negociador, motivador, buen orador, buen relacionista con los medios, pero, sobre todo, un ser humano capaz de comprender las necesidades de sus jugadores.

¿Mucha presión? Claro. Giovanni Trapattoni, entrenador, ha dicho que un buen seleccionador si mucho puede hacer que su equipo rinda un 110 por ciento de su capacidad. Pero un mal entrenador, puede hacer que su equipo baje al 50 por ciento de su productividad.

Ahora empieza el show de los seleccionadores. Sus (buenas o malas) decisiones podrán hacer que su equipo gane o pierda. Y, a manera de recreación, ofrecemos acá las que se consideran las diez peores decisiones en la historia de los Mundiales.

1. Ademar Pimenta. Brasil, semifinales de 1938. El conjunto del «jogo bonito» aún no podí­a ratificar con un campeonato mundial lo que todos decí­an: que Brasil es el paí­s que mejor jugaba al futbol. Sin embargo, casi siempre caí­an en el juego de mucha fuerza fí­sica de los europeos y uruguayos, que dominaban por aquel entonces el futbol.

Leonidas da Silva, el Diamante Negro, lideraba el equipo en aquella copa mundial de Italia. Maravilló a los estadios siendo el inventor de la chilena, además de cinco goles en las dos primeras rondas.

Pimenta, para contrarrestar el juego fuerte de otros adversarios, ideó dos equipos: el «azul», que era un equipo duro, sin mucha habilidad, y que se dedicaba a golpear; y un equipo «blanco», el del «jogo bonito», en el que estaba incluido Da Silva. Pimenta supuso en aquella final contra Checoslovaquia que era mejor mantener a su equipo habilidoso para la teórica final, dejando en las gradas (aún no existí­an las sustituciones) a Leonidas da Silva. Su intento fracasó, pues no lograron superar a los checos, y el Diamante Negro se quedó fresco y descansado. Getulio Vargas, presidente brasileño, calificó la derrota como una «desgracia nacional».

2. Walter Winterbottom. Inglaterra, 1950. Los ingleses se habí­an negado a participar en las primeras copas mundiales, porque consideraban que, siendo los supuestos inventores del futbol, no tení­an rival. Fue hasta 1950, en Brasil, cuando decidieron participar.

Walter Winterbottom, el entonces entrenador de Inglaterra, no consideró necesario concentrar a su equipo en un lugar apropiado. Llegaron a Copacabana dos dí­as antes del primer partido, y se instalaron en un ruidoso hotel de la playa.

Los jugadores no se habí­an aclimatado bien al calor, pero eso no parecí­a importar, ya que ganaban con facilidad, y eso hací­a incrementar su idea de que sólo tení­an que llegar a reclamar la Copa del Mundo. Sin embargo, el conjunto de Estados Unidos, un equipo de aficionado formado por migrantes, dieron la campanada al vencer a los inventores del futbol. Dent McSkimming, periodista estadounidense, reportó la sonora victoria a su paí­s, pero de entrada los editores del New York Times creyeron que era una broma, y no dieron a conocer la noticia.

3. Escocia, 1954. Quizá no tenga nada que ver, pero Escocia, novata en eventos mundiales (calificó para Brasil 1950, pero se retiró sin justificarse) tuvo una decisión, no se sabe de quién, que va más a allá de lo deportivo.

Sin preguntar sobre las condiciones climáticas, enviaron a su equipo a Suiza, creyendo que ésta tení­a sólo altas montañas y nieve, por lo que se hizo famoso el uniforme negro de los escoceses. Pero, además, para mayor protección, hecho de lana y de manga larga y cuello cerrado.

Terrible sorpresa fue cuando se dieron cuenta que la temperatura en Suiza alcanzaba casi los 40 grados centí­grados, y que equipos que jugaban con uniformes más frescos, caí­an desfallecidos y goleados por selecciones, como la uruguaya, por más de cinco goles. El uniforme fue más propicio para su pronto regreso a su patria, donde el clima era más frí­o.

4. Alf Ramsey, Inglaterra, 1970, cuartos de final

Bobby Charlton y Alf RamseyAP PhotoEngland estrellas Bobby Charlton no puedo mirar el técnico Alf Ramsey tras perder ante Alemania Occidental.

El Inglés eran razonablemente capacidad de la personalidad xenófobos Ramsey – Se le conoce por enfureció a los argentinos en 1966 por el que califica de «animales» – como habí­a llevado las Maravillas «sin alas» a un hogar improbable, de vuelta gloriosa victoria. El equipo que llevó a México cuatro años más tarde fue fuerte, pero Ramsey exceso de confianza frente a la toma de decisiones amargo enemigo República Federal de Alemania significó el final del paseo de la alfombra mágica a los Leones tres.

Después de haber superado ya la pérdida de mercurio Bancos tiro-tapón de Gordon a una intoxicación alimentaria en la ví­spera del partido – a pesar de haber advertido a los jugadores a tener cuidado con el tipo de cocina – la suerte de Ramsey se quedó sin que avanzaba el partido.

Hasta 2-1 con 21 minutos para el final, Ramsey se rompió la regla de oro – nunca despegar su mejor jugador, sin importar lo que la puntuación – que José Pekerman se romperí­a 36 años después. Off llegó Bobby Charlton, el punto de apoyo del centro del campo Inglés, y esto dio dí­namo alemán Franz Beckenbauer sala de explotar. Muere Mannschaft empató seis minutos después a través de cabecera suerte Uwe Seeler y pasó a dominar en un 3-2 en tiempo suplementario ganar, con soporte en arquero Peter Bonetti culpable de los tres goles (serí­a sólo uno de siete apariciones de Bonetti en una camiseta de Inglaterra).

Los alemanes iban a ganar el tí­tulo en 1974 y convertirse en una superpotencia del fútbol, mientras que Inglaterra no llegarí­a a otra Copa del Mundo hasta 1982.

4. Alf Ramsey, Inglaterra, 1970 Cuartos de final. Alf Ramsey ya habí­a dado muestras que, a pesar de ser excéntrico, podrí­an funcionar sus indicaciones para ganar un torneo mundial. Lo habí­a demostrado hace cuatro años cuando Inglaterra ganó su propio Mundial.

En México 1970, Inglaterra tení­a un paso arrollador. Sin embargo, un mal presagio ocurrió cuando Gordon Banks, portero estrella y uno de los principales artí­fices del triunfo en Inglaterra 1966, no pudo jugar más por intoxicarse con la picante comida mexicana.

En Cuartos de Final, Inglaterra revivió la final de hace cuatro años, es decir, contra Alemania occidental. Aparentemente, los entonces campeones defensores tendrí­an una victoria, ganando 2-1 a 21 minutos del final. Sin embargo, Ramsey quebró la ley de oro: «No sacarás a tu mejor jugador, sin importar qué marcador tengas». Ramsey sustituyó a Bobby Charlton, el dueño y señor del medio campo, y ello dio ventajas a Franz Beckenbauer, el Kaiser, para liderar una remontada histórica: en tiempos extras, ganaron 3-2, y dejaron al campeón sin corona.

5. Ferruccio Valcareggi, Italia, final 1970.

En el mismo Mundial de México 1970, dos entrenadores (ambos llegaron a la final) debieron resolver el mismo problema. Sin embargo, cada quien lo hizo diferente. Mario Lobo Zagallo, entrenador de Brasil, tení­a la feliz pugna entre Pelé y Tostao, ambos centrodelanteros. En la imposibilidad de poner a ambos en la misma posición, optó por modificar el rí­gido esquema de juego (para entonces 4-3-3), y jugó con dos centrodelanteros, uno por izquierda, y otro por derecha.

El mismo problema tuvo el seleccionador italiano Ferruccio Valcareggi, que debió decidir entre Gianni Rivera y Sandro Mazzola, ambos centrodelanteros. Sin embargo, su opción fue otorgar 45 minutos a cada quien.

La estrategia funcionó inicialmente, sobre todo porque los italianos lucharon contra el calor del verano de México. Sin embargo, en la semifinal contra Alemania occidental, que ganó Italia 4-3, pero en semifinales, los minutos no fueron iguales para cada delantero, y favoreció a Rivera, que fue recambio de Sandro.

Por choques entre Valcareggi y Rivera en el vestuario, además de una lucha de poder entre éste y Sandro, hizo que el entrenador utilizara a Mazzola durante casi todo el encuentro contra Brasil, haciendo ingresar a Rivera a sólo seis minutos del final, cuando iban perdiendo ya 3-1. En lugar de mejorar, Brasil anotó el cuarto gol.

Como consecuencia, la selección italiana fue recibida con abucheos en Roma, mientras que habí­a pancartas de apoyo a Rivera, a quien consideraron una ví­ctima del entrenador.

6. Steve Sampson, Estados Unidos, 1998. Desde el Mundial de Estados Unidos 1994, los gringos aprovecharon el empuje del torneo para iniciar su liga. Los «veteranos» de la selección fueron la parte fundamental de los equipos que iniciaron. En el Mundial organizado por ellos, lograron pasar la primera ronda, por lo que consideraban que, en adelante, sólo podí­an mejorar.

Sin embargo, Steve Sampson dejó fuera a los «veteranos» para el Mundial de 1998, debido a que su fiel capitán, John Harkes, habí­a circulado rumores de que estaba saliendo con la esposa de su compañero de equipo Eric Wynalda (algo parecido al escándalo de John Terry en Inglaterra).

Sampson despachó a su equipo titular, y llamó a jóvenes a formar la selección, incluido a David Regis, que ni siquiera era ciudadano norteamericano, y le ofrecieron la ciudadaní­a sólo para que jugara.

No está demás decir que Estados Unidos quedó en último lugar, sin ganar un solo punto, anotando sólo un gol.

7. Mario Lobo Zagallo, Brasil, final de 1998.

¿No hemos hablado ya de Zagallo? Ciertamente, se habí­a referido que habí­a logrado resolver el problema entre Tostao y Pelé.

En la final de 1998, en noticias de último momento, se referí­a que Ronaldo, el goleador del Mundial, incluso habí­a muerto. Es un incidente que aún no se ha logrado establecer, y quizá sólo Roberto Carlos, defensa de Brasil y compañero de cuarto del Fenómeno, podrí­a saber.

í‰l habí­a informado sobre lo ocurrido a Ronaldo que, aparentemente, entró en una especie de epilepsia por jugar excesivamente con videojuegos.

La situación daba para que Ronaldo, a pesar de ser la estrella y el goleador, no jugara, porque no estaba en condiciones. Sin embargo, presuntamente las presiones de los patrocinadores, que habí­an invertido en la imagen de Ronaldo, insistieron para que alineara.

En otro incidente aún no esclarecido, Lobo Zagallo habí­a entregado un listado de la alineación titular sin Ronaldo, apenas media hora antes. Sin embargo, minutos antes, logró cambiar el listado ya entregado oficialmente, incluyendo al goleador.

El resultado fue haber jugado con uno menos, y con un equipo brasileño que jugó más preocupado en la salud de su compañero y en pensar que el entrenador serí­a capaz de hacerlos jugar aún a pesar de correr riesgo de morir.

8. Mick McCarthy, Irlanda, 2002

Roy Keane, el único jugador quizá de haber sacado la cara por Irlanda en los años anteriores, siempre se quejó por las malas condiciones que le daba su paí­s para la selección. En la pretemporada previa al Mundial de Corea-Japón, Keane tuvo uno de los habituales alegatos con Mick McCarthy.

«No me gusta como jugador; no me gusta como gerente y ni siquiera me gusta como persona. La única razón por la que estoy aquí­ es porque es el entrenador de Irlanda». McCarthy no le gustó el tono y lo envió a su casa.

Irlanda fue al Mundial sin su jugador estrella y capitán, y no pudo superar los octavos de final.

9. José Pekerman, Argentina, 2006 cuartos de final.

¿Ya habí­amos hablado de la regla de oro de no sustituir a tu mejor jugador? Pues José Pekerman siguió el ejemplo de Inglaterra en el Mundial del 70, y sustituyó a Juan Román Riquelme en el encuentro contra Alemania, cuando ganaba 1-0 a falta de 20 minutos. Lo sustituyó por Esteban Cambiasso, un volante defensivo. Además, cambió a Hernán Crespo, para resguardar la defensa y atrincherarse, para tratar de soportar los últimos minutos.

Pero Alemania, experta en aprovechar las ventajas que da el rival, logró empatar sólo un minuto más tarde, y Argentina debió soportar el resto del tiempo, y el tiempo extra, atrincherados en la defensa. En la ronda de penales, no habí­a quién los tirara.

Pekerman presentó su renuncia de inmediato, a pesar de que la AFA le insistió que se quedara.

10. Sven-Goran Eriksson, Inglaterra, 2006

Inglaterra no aprendió la lección de Brasil 1950, ya que repitió el error. Inglaterra asistió al Mundial de Alemania con buenas expectativas. Habí­a perdido en el 2002 en Cuartos de Final contra Brasil, que finalmente serí­a el campeón, y en la Eurocopa, dos años atrás, también habí­a estado entre las dos mejores.

Eriksson, de nacionalidad sueca, era muy disciplinado en la cancha, pero tení­a una debilidad con las mujeres. í‰l era muy liberal e incluso formó parte frecuentemente de la sección de farándula de los principales tabloides londinenses, que gozaron con un romance que tuvo con su secretaria.

Es por ello que no podí­a prohibir a sus jugadores que fueran al Mundial con sus esposas y novias, a la ciudad de Baden-Baden, que en vez de ser un campo de entrenamiento, se convirtió en una fiesta de vikingos. Los seleccionados fueron más vistos en bares, restaurantes, spas y tiendas, más que en el en campo de juego.