Las crisis periódicas


Editorial_LH

En Guatemala vivimos en perpetuo estado de crisis si por ello entendemos la ausencia de soluciones a los más graves problemas que aquejan a la población, al punto de que nuestra ubicación en los índices de desarrollo humano que prepara anualmente Naciones Unidas sigue siendo lamentable. A ello hay que sumar el deterioro de las instituciones que refleja la farsa de nuestro sistema político que lejos de ser una democracia representativa es una plutocracia absoluta porque el Estado funciona y se gobierna por y para los intereses de los financistas de las campañas políticas.


Sin embargo, en los gobiernos ocasionalmente se producen algunas situaciones críticas, como lo fue para el régimen de Colom el caso Rosenberg y como lo está siendo para este gobierno el caso Ríos Montt con sus serias implicaciones tanto a nivel político como judicial. Estas crisis periódicas y temporales, cuyo origen es fácilmente detectable porque se trata de algún hecho que genera gran controversia entre los distintos sectores nacionales, detienen y paralizan a la opinión pública porque todo análisis, todo comentario y criterio se sujeta al manejo de la crisis, dejando por un lado los problemas que son añejos y que nos agobian desde hace años y a los que nadie enfrenta con propiedad.
 
 Pero el cotarro se alborota y algunos hasta sienten que la vida se vuelve más interesante, cuando hay una de esas crisis exacerbadas por la coyuntura. Nunca los guatemaltecos tenemos la disposición de hablar, de opinar y de enfrentarnos al defender  apasionadamente nuestros puntos de vista cuando se trata de un problema estructural. Si hay hambre y desnutrición que mata niños en el país, nada hacemos aun cuando el mismo Gobierno reconoce que sus acciones, como el tal plan Hambre Cero, son un verdadero fracaso. Ante la violencia cotidiana no reaccionamos porque ya nos acostumbramos a ver el dolor ajeno como parte del paisaje. No digamos frente a la corrupción que impide cualquier asomo de inversión social en el desarrollo, puesto que de una u otra manera son muchos los que están atalayando el momento en que puedan hacer algún negocio con el Estado y por lo tanto prefieren que las cosas sigan como están porque ya podrá llegar el día en que se le saque raja al sistema.
 
 Por ello es que las crisis periódicas son las peligrosas, porque sacan de su letargo a mucha gente que en condiciones normales no se ocupa de los asuntos nacionales. Y si algo ha sido garantía de estabilidad en el país es ese letargo de la población que necesita un gran escándalo para despertar.

Minutero:
La justicia selectiva 
es ya parte del sistema 
y aun siendo tan nociva 
la protegen como gema