Nuestro ordenamiento constitucional prescribe que el fisco debe alimentar cuatro grandes subsistemas vinculados con la actividad deportiva y la recreación: en primer lugar se le pasa una buena cantidad al Viceministerio del Deporte y la Recreación para fomentar actividades lúdicas. Luego viene un aporte importante a la Dirección de Educación Física, mientras que la pirámide se cierra con el apoyo al deporte federado y al olimpismo.
Y como de buenas intenciones están empedradas las calles del infierno, el buen espíritu de los constituyentes ha ido creando toda una casta de hombres y mujeres de negocios que desde sus posiciones de poder en los órganos autónomos creados, lucran con los más variados negocios en esos ambientes.
Es vox pópuli que desde las adquisiciones de cal para el rayado de las canchas, hasta la provisión de artículos e implementos deportivos, y por supuesto la construcción de canchas deportivas, se ha desarrollado toda una red de intereses y de enriquecimiento de unos cuantos, siendo que la transparencia brilla totalmente por su ausencia.
Lo más llamativo de la coyuntura resultan ser las formas con que el Viceministerio del deporte y la recreación gastó en el mes de diciembre el aporte constitucional, tomando ventaja de un gazapo de la Ley de Contrataciones que permite no licitar cuando se trata de la adquisición de bienes y servicios de algún ente público.
Resulta ser que las otrora vetustas instalaciones por el Campo Marte de la “Industria Militar” y del “Economato del Ejército”, se muestran hoy relucidas y han tomado ventaja del gazapo comentado, comprando bienes a diestra y siniestra y revendiéndolos al Viceministerio del Deporte.
Y es que, de una pésima ejecución que llevaba el comentado Viceministerio en diciembre, cercana al 25 por ciento, se pasó de un salto a una ejecución exitosa, gracias al valioso “concurso” de la Industria Militar que seguramente tiene llenas más de alguna bodega privada, con pelotas, uniformes e implementos deportivos, que como en tiempos de Sandra Torres, se repartirán a diestra y siniestra, “para quedar bien con el vulgo”.
Y por si ello fuera poco, se sabe que en todos los subsistemas del deporte corren las mismas redes, comúnmente apoyadas por los pundonorosos diputados que se preocupan desde el Congreso de la República por el “bienestar de la juventud”, siendo que dentro de poco las reñidas elecciones para tomar el control de la Asamblea General del Deporte, serán un espectáculo parecido a lo que la semana pasada vimos con las elecciones en el Colegio de Abogados y Notarios.
Resulta ser que la Asamblea General del Deporte es el pináculo del poder político en el deporte, y principalmente del control de los negociazos que se vienen, sobre todo ahora que se ha oficializado el apoyo a Quetzaltenango para celebrar en el medio término las justas centroamericanas y del Caribe. No digamos también lo que acontece con los juegos de poder en el Comité Olímpico, que incluso maneja una Fundación colateral, con el título de “Amigos del Deporte”. Esperaríamos por lo menos que en esa fundación, sean mucho mayores los aportes del gran empresariado, que las transferencias o ayudas públicas a la misma.
Y mientras todo ello sucede, por supuesto referirnos al futbol es un tema aparte, pues incluso la prensa deportiva chapina es magnánima con las corruptelas y mediocridad interna, porque en dicho deporte “la prédica da pisto”.