En las Bolsas de todo el planeta el clima es de celebración: la política de ultraflexibilidad monetaria de los grandes bancos centrales llevó a los índices bursátiles de un récord a otro durante todo 2013.
Hace poco, el conocido inversor estadounidense Carl Icahn lanzó sin embargo un llamado a la prudencia, lo que hizo saltar las alarmas por la posibilidad de una caída de los índices o incluso un «crash» bursátil.
Las cifras son impactantes. En Wall Street, el Dow Jones superó la barrera de los 16.000 puntos y el Dax alemán subió 1.500 enteros y rompió la barrera de los 9.000 por primera vez en sus 25 años de historia.
Muchos analistas creen que el buen clima durará mientras que los bancos centrales sigan emitiendo billetes. «La situación cambiará solamente cuando la Reserva Federal (Fed) ponga el freno y empiece a salir paulatinamente de la política de expansión monetaria», señala Fidel Helmer, director de comercio bursátil del banco privado Hauck & Aufhäuser.
El final del dinero barato no parece inminente en Estados Unidos ni en Europa. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, aseguró tras la última rebaja de tipos que la entidad cree que las tasas seguirán en el nivel actual o más bajas durante un periodo largo.
A diferencia del BCE, la Fed ha anunciado el abandono de esa política expansiva, pero no cuándo lo hará. Los indicios de un freno a la compra millonaria de bonos por parte de la Fed han generado inestabilidad en las Bolsas. Tras los últimos datos positivos de empleo en Estados Unidos, los analistas creen que la Fed comenzará a reducir sus compras de bonos antes de la primavera (boreal) de 2014, pero «eso no irá acompañado de un aumento de las tasas, que no llegará antes de 2015», señalaron expertos del banco Helaba.
Los estrategas de Bolsa del Deutsche Bank creen que seguirá la tendencia alcista. «¿Qué se puede hacer con el dinero cuando las alternativas no dan ganancias?», explica el dilema de los inversionistas Robert Halver, estratega de mercados del Baader Bank. Los bonos del Estado, las cuentas de ahorro y los plazos fijos no dan más rendimiento. Si se descuenta la inflación incluso pueden llegar a dar pérdidas.
La disposición de los clientes a asumir riesgos está en su nivel más elevado de los últimos seis años, subraya el banco Helaba. «En el pasado, una despreocupación de este tipo solía ser un signo de la llegada de una fase de consolidación o corrección».
El economista jefe del LBBW, Uwe Burkert, cree que podría producirse un cambio de tendencia si la eurozona vuelve a caer en la recesión, cambia antes de lo esperado la política de tasas en Estados Unidos o se produce una escalada en el conflicto por el techo de deuda en ese país. Pese a todo, considera que son escenarios poco probables.
El problema es que la medicina que aplican los bancos en Europa, Estados Unidos y Japón para animar la coyuntura no está exenta de riesgos. Muchos economistas temen que el dinero barato vuelva a provocar burbujas especulativas en los mercados financieros o inmobiliarios. «Esta política mantendrá viva la caza al rendimiento», opinó al respecto el economista jefe de Commerzbank, Bernd Weidensteiner.