Ayer, el Congreso de la República se «saneó» al llenarse de candidez, ya que el programa de «Diputados por un día» -que lleva a niños a realizar las labores de legisladores- se llevó a cabo. ¡Cuánto hubiéramos dado para que esos niños escogieran de una vez a los magistrados del Organismo Judicial, ya que seguramente ellos son ajenos a las negociaciones!
A inicio de esta semana, un anuncio que no generó mayores espacios dentro de los medios de comunicación, externaba que la bancada de Libertad Democrática Renovada (LIDER) se hacía con tres curules más, por el ingreso de tres diputados de otras bancadas. De esa cuenta, se confirmó como la segunda fuerza legislativa del Hemiciclo, detrás del bloque oficial.
Asimismo, se dieron otros movimientos de diputados entre bancadas a lo largo de la semana, y se anunciaba que más cambios vendrían.
Por una razón, que todos sabemos, septiembre y octubre se han convertido en los meses propicios para estos movimientos del ya conocido «mal» o fenómeno del transfuguismo. ¿Por qué en este período?
A finales del año legislativo, el Congreso debe emitir decisiones importantes, como aprobar o rechazar la propuesta del Presupuesto enviada por el Ejecutivo, así como elegir la nueva Junta Directiva para el próximo año. En el 2009, las «decisiones» de fin de año se multiplican, al sumarse la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia y del nuevo director del Instituto de la Defensa Pública Penal.
No es de extrañar que este año se produzcan más de estos movimientos entre bancadas, ya que, por lo expuesto anteriormente, hay intereses en las bancadas de sumar votos. A ello, hay que agregar el análisis de que el próximo año, los diputados ya deberán pensar en sus posibilidades electorales, por lo que estarán atentos a las ofertas de los partidos políticos que ofrecen puestos en los listados electorales para las nuevas curules del período 2012-2016.
Por ello, no estaría mal ya empezar a imponer cuotas de poder y a comenzar a pensar en la ansiada reelección, sobre todo en un panorama como el presente en donde se está jugando mucho de nuestro futuro, sobre todo en el sector justicia.
Lastimosamente, el transfuguismo deja de ser una libre elección del diputado «electo por el pueblo» para buscar mejores aires, sino que es, más bien, un fenómeno que podría resultar anómalo y de poca transparencia. La utilidad de un voto para la bancada, podría ser muy importante.
Actualmente, hay una fuerte presión en el Congreso, ya que los ojos vigilantes de los grupos pro justicia se han trasladado ahí, y podrían «surgir» estas supuestas negociaciones que se dan por votos.
Para las bancadas, esto es muy importante, sobre todo a la hora de imponer cuotas de poder para elegir a un magistrado afín al partido, o también para obligar al Ejecutivo a ceder espacios dentro de los rubros del Presupuesto, más ahora que el Gobierno anunció que no se repetirá el dar financiamiento a organizaciones no gubernamentales que hoy están siendo beneficiadas, y que en años anteriores han sido impulsadas por bancadas.
Lejos está una reforma a la Ley Electoral para exigir que no se den estas negociaciones, solapadas con el eufemismo de «transfuguismo».
Las propuestas electorales están encaminadas a reducir el número de diputados, clamor popular que ha surgido por el exceso de curules que no reportan movimiento. Sin embargo, habría que sopesar si lo que necesitamos es menos diputados, o si es mejor mantener el número, pero con controles para obligarlos al trabajo.
Por ello, las reformas no deberían ir encaminadas sólo a reducir el número de diputados, sino más bien a establecer mecanismos para impedir negociaciones. Por ejemplo, eliminar el sistema de elección por planilla -para eliminar el poder negociar espacios-; la elección uninominal -para evitar que diputados de relleno lleguen a mercar su curul con las bancadas- y establecer -ya sea por ley o por un pacto de honor- como prohibido el transfuguismo.