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De todas formas, las autoridades polacas intentaron darle un giro positivo a los disturbios del martes, al señalar que la rápida y efectiva respuesta de la policía evitó una tragedia mayor. Un oficial dijo que se trató del mayor despliegue policiaco en la historia de Varsovia.

La policía disparó balas de goma y utilizó cañones de agua para dispersar a los alborotadores, y 184 personas fueron arrestadas, la mayoría polacos.

El Ministerio del Interior emitió un comunicado en el que señala que la policía «no permitió que la violencia de los hooligans se saliera de control» y afirma que los «hinchas más agresivos» fueron detenidos.

La alcaldesa Hanna Gronkiewicz-Waltz se disculpó «con nuestros huéspedes», los miles de visitantes que viajaron a Polonia para la Euro, y calificó la violencia como un disturbio «escandaloso» del orden público.

«Me disculpó y lamento que los hooligans hayan provocado que nuestros huéspedes sientan que no están seguros», dijo Gronkiewicz-Waltz en una rueda de prensa.

Las autoridades tienen varias cifras sobre la cantidad de heridos. La policía dijo que 19 civiles y 17 oficiales resultaron heridos; los encargados de las ambulancias dieron una cifra total de 24; y el jefe de gobierno de la provincia de Varsovia, Jacek Kozlowski, indicó que hasta 140 personas necesitaron de algún tipo de tratamiento médico.

Los problemas comenzaron cuando unos 5.000 rusos marcharon por el centro de Varsovia ondeando banderas de su país y entonando cánticos, mientras se dirigían hacia el Estadio Nacional para el partido del martes. Muchos polacos lo interpretaron como una provocación, tomando en cuenta la espinosa historia que hay entre Polonia y Rusia.

Muchos polacos creen que las autoridades no debieron permitir a los rusos marchar por la ciudad debido a la historia entre ambos países.

El partido terminó 1-1, un resultado que quizás ayudó a disminuir la tensión entre las partes.

Entre los heridos había rusos, un alemán, un estadounidense y un paquistaní, dijo Kozlowski.