Lágrimas y rabia aniversario de masacre


Conmemoración. Una mujer ofrece flores frente a un mural en donde aparecen varias de las ví­ctimas de la masacre de Beslán.

Las lágrimas y los dolorosos recuerdos volvieron a aflorar hoy en Beslán, en el Cáucaso ruso, con motivo del tercer aniversario de la toma de rehenes en una escuela de la ciudad, donde murieron 332 personas, 186 de ellas niños.


Con el tañido de fondo de las campanas de una iglesia, la principal ceremonia conmemorativa debutó en el lugar donde ahora sólo quedan ruinas de la Escuela Número 1 de Beslán, una pequeña ciudad de la república rusa de Osetia del Norte, escenario hace tres años del secuestro más mortí­fero de la historia.

El 1 de septiembre de 2004, primer dí­a del curso escolar, un comando que reclamaba la retirada de las tropas rusas de Chechenia asaltaba el centro educativo, tomando como rehenes a más de mil personas.

Tres dí­as más tarde, tras un controvertido asalto de las fuerzas del orden, 332 cadáveres, entre ellos los de 186 niños, yací­an en el recinto, un trágico epí­logo a una situación que mantuvo en vilo a la comunidad internacional.

Al son de la música fúnebre, más de 3.000 personas se congregraron en el lugar de la tragedia, algunas con velas en las manos y otras con ramos de flores que depositaron sobre los restos calcinados del gimnasio donde los secuestradores encerraron a los rehenes.

Varios retratos de las ví­ctimas colgaban de las ruinosas paredes, así­ como pancartas que hací­an evidente la cólera que suscitó la resolución sangrienta de la crisis y que todaví­a agita a la población de Osetia del Norte.

«Las autoridades son imperdonables por haber permitido (la masacre de) Beslán», rezaba un cartel. «El Servicio Federal de Seguridad y el Ministerio del Interior son responsables de terrorismo», afirmaba otra pancarta.

Una comisión de investigación del parlamento ruso concluyó en diciembre de 2006 que la operación de las fuerzas especiales no constituyó un peligro para los rehenes y que fueron los terroristas quienes hicieron estallar la escuela.

Pero los allegados de las ví­ctimas y una parte de la opinión pública rusa siguen pensando que las autoridades esconden parte de los hechos y critican que una sola persona, el único superviviente de los 32 miembros del comando que asaltó la escuela, haya sido castigada.

«Tres años después, somos menos numerosos, pero obtendremos igualmente la verdad», declaró a la AFP Sussana Sudieva, quien perdió a su hijo de 13 años en la toma de rehenes y dirige el Comité de las Madres de Beslán.

El Comité envió al presidente ruso, Vladimir Putin, una carta en la que le instó a pedir perdón por la muerte de casi 200 niños.

«Venga al cementerio, nos hemos sacrificado por la seguridad de millones de otros niños rusos. No hemos podido vencer de otra forma el terrorismo en Rusia», reza la misiva.

Tanto medios rusos como investigadores independientes han señalado una serie de errores por parte de las autoridades locales y federales, que no habrí­an seguido las indicaciones de los servicios de inteligencia y habrí­an actuado con incompetencia a la hora de tratar de liberar a los rehenes.

Muchos supervivientes aseguran que fueron los soldados quienes desencadenaron los enfrentamientos con el comando al lanzar contra el recinto una granada incendiaria.

Las autoridades defienden por el contrario que las fuerzas de seguridad debieron proceder al asalto porque una de las bombas colocadas por el comando en el interior de la escuela habí­a estallado.