La Vuelta


Acaba de terminar la Vuelta Ciclí­stica al paí­s que miles de personas siguen con verdadera devoción, sobre todo porque es un espectáculo que llega a los pueblos más apartados, circula por carreteras y lo mejor, no cuesta nada. Así­ que de alguna manera, los chapines más pobres son sus más fervientes partidarios, fuera de que al menos una gran mayorí­a de los ciclistas son de cuna humilde que hacen un gran esfuerzo solamente por amor al deporte y no porque les vayan a pagar una buena suma o reciban compensaciones mas allá de la propia satisfacción de competir. Mis respetos para todos.

Héctor Luna Troccoli

Al final de cada etapa a quien ha conquistado la montaña, al que ha quedado en el primer lugar y quien es el lí­der de la Vuelta lo «coronan» con algo inmenso en su valor espiritual y deportivo: un suéter, que cambia en cada una de las etapas. Ese suéter representa el orgullo del corredor que deja sudor y muchas veces lágrimas en los caminos del paí­s. ¡Vea usted qué maravilla! hacer algo noble sin esperar pisto o regalos a cambio. Cincuenta años cumplió esa Vuelta que de patojo yo miraba pasar por San Lucas emocionándome no solo por ser un deporte de masas pobres, sino por ser ejemplificante para tantos de nosotros.

Pero hay otros que desde casi 50 años se cambian de suéter por purisí­simo interés en el pisto, en la reelección o en cualquier conveniencia y por supuesto, sin realizar esfuerzo alguno, sino ponerse esa camisa, playera o lo que sea, después o antes de decir mentiras y sandeces torpes del porqué se la ponen, sin siquiera haber competido por ella en buena lid.

Estos tipos son el reflejo de la traición, de la hipocresí­a, de la deshonestidad más absoluta: sí­, ustedes ya adivinaron, se trata de los diputados que son tránsfugas indignos que después de haber ganado una elección por un partido se cambian al que mejor dividendos les ofrece.

Estos diputados ofenden a los guatemaltecos, pero más que a nadie a estos ciclistas de pueblo que una vez al año deleitan a miles de chapines que los aplauden al verlos pasar pensando únicamente en ganar un buen lugar, no en la curul cochambrosa y maloliente, sino en el podio de la gente honesta y deportista de corazón.

Son diferencias que avergí¼enzan a cualquiera que tenga un poco de honestidad, hay una vuelta de corazón y trabajo y otra, de oportunismo, deslealtad e indignidad. En la primera está un Cuque López, Jorge Armas, Pontaza, Muj, Hernández y tantos otros que aunque pobres han dejado en su hogar la semilla del guatemalteco que queremos, aquel que va a la vuelta ciclí­stica sin más motivación que su amor al deporte y como único patrimonio su bicicleta.

La otra vuelta, la del descaro y el engaño se da en la 9ª. avenida y 10ª. calle de la zona 1. Allí­ están los que cambian de color, de pensamiento, de corazón, de ideal por las 30 monedas, igualitas a las que le dieron a Judas y con las mismas caracterí­sticas.

 

Y no es de ahora, recuerdo cuando la antigua UCN ganó 41 diputados y al poco tiempo sólo eran quince los que permanecieron  fieles, aun cuando muchas cosas no les gustara. Este «transformismo polí­tico» es parte de lo corrupto de nuestras instituciones que no sólo es robar 82 millones de quetzales del pueblo, sino el mandar al inodoro a la conciencia, si es que aún la tení­an.

También las «dos vueltas» son a la vez dos caras de la misma moneda. Chapines con alma, corazón y huevos y chapines inmorales que desprestigian a la polí­tica y los polí­ticos más de lo que ya están. Se marcan dos diferencias; la de los ciclistas que después guardarán su bicicleta para seguir trabajando posiblemente como obreros y con dignidad y los otros que tras cambiarse el suéter dando excusas que nadie cree y que son  reflejo de lo que realmente son, seguirán cobrando su sueldo, gozando de sus prebendas y buscando – una vez más-, su reelección. Cambiarse el suéter para estos es el sí­mbolo claro y contundente de su catadura.

Por eso, a los chapines, pero sobre todo a aquellos que hicieron posible esta vuelta ciclí­stica al paí­s, les pido perdón y les digo ¡YA NO VOTEN POR LOS PARIAS DE HOY Y SIEMPRE! Y para que esta idea caiga en el vací­o, les digo a los que tienen iniciativa de ley, hagan una reforma a la Ley Electoral para que quien cambie de partido sin una causa totalmente justificable y razonada, se vaya a dormir a su casa o si puede trabajar -que lo dudo-, pues que lo haga y gane honestamente su sueldo  y que al menos la traición, que se ha vuelto costumbre, deje de ser usada por los mismos de siempre, ante nuestros siempre indiferentes ojos.