El senador cubanoestadounidense, Mel Martínez, encarnación del sueño americano, expresó su deseo de convertirse en la «la voz» que devuelva a los republicanos el electorado hispano perdido en las recientes elecciones al Congreso, cuando tome las riendas del partido en enero.
«Espero ser la voz que reintroduzca nuestro partido en la población hispana», declaró Martínez, 60 años, tras ser designado esta semana por el presidente George W. Bush como presidente del Partido Republicano a partir de enero y hasta la elecciones presidenciales de 2008.
El mandatario eligió a su ex secretario de Vivienda (2000-2004) tras perder la mayoría en ambas cámaras del Congreso el 7 de noviembre y registrar el pésimo resultado republicano en la comunidad hispana desde hace diez años, al alcanzar menos de 30% de los votos, casi 20 puntos menos que en 2004.
El propio Martínez reconoció la caída: «Indiscutiblemente, uno de los grandes factores de la derrota republicana, esta vez, fue que el voto hispano ha abandonado el partido en ciertos números que nos preocupan mucho», admitió.
Cuando tome el relevo de Ken Mehlman, el cubanoestadounidense, que mantendrá su cargo como senador de Florida, aspira «abrirle la puerta de nuestro partido» a los hispanos, que dieron la espalda a los republicanos, en parte por la oposición de sus miembros más radicales a una reforma migratoria amplia.
El propio Martínez abogó sin éxito este año por una reforma que incluyera, a la vez medidas de lucha contra la inmigración ilegal y un programa temporal para los trabajadores extranjeros que abriría la puerta de la regularización a los indocumentados, como lo deseó el presidente Bush.
Después de que varios miembros de su partido convirtieran infructuosamente la lucha contra la inmigración ilegal en un tema electoral, el futuro líder republicano tendrá la difícil misión de transmitir «una visión de nuestro partido» que sea «aceptable» para la minoría más importante del país.
«Deseo hacerle saber a la población hispana de este país que estamos deseosos de que participen en nuestro partido y tratar de explicar la filosofía política de nuestro partido de una manera que sea entendida por la población hispana», afirmó.
Los hispanos, con más de 42 millones de personas, disponen de un creciente peso en las elecciones estadounidenses y su voto puede determinar los resultados de estados clave como Florida, donde se jugó la elección presidencial de 2000 por un puñado de votos, o Nuevo México y Arizona.
Para recuperar el histórico voto logrado por Bush entre los latinos, con más de 40% de los votos en 2004, los republicanos dispondrán de un líder que encarna el sueño americano, un hombre que llegó a Florida sin saber inglés en 1962, huyendo del régimen de Fidel Castro, y que subió hasta la cima del partido.
«El sueño americano es algo que forma parte de mi vida, pero también es parte de la vida de tantos inmigrantes de este país, muchos de los cuales son hispanos», explicó. «Yo creo que eso es algo que le habla a las aspiraciones y los sueños de todas las personas», añadió.
También tendrá que enfrentar las críticas demócratas que acusaron a Martínez de ser «un hombre leal a Bush» y de prolongar con su nombramiento «la fracasada y desacreditada agenda» republicana de los últimos años, afirmó el portavoz del partido, Luis Miranda.
Martínez adelantó además su intención de ocuparse de todos los latinos del país, sin limitarse a Florida, donde vive la mayor comunidad cubana del país, o Nuevo México, donde el gobernador demócrata Bill Richardson logró una cómoda reelección en un estado ganado por Bush en 2004.
«Hoy en día, la hispanidad de Estados Unidos está por todos los Estados», subrayó, al tiempo que expresó su voluntad de convertir la lucha por el voto hispano «en una cuestión nacional» en 2008.