A las doce de cada día, durante 20 años, un anciano andrajoso de Curitiba, Brasil, visitaba una iglesia y oraba: «Hola Jesús, soy Miguel».
César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com
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Un día, cuando cruzaba la calle, fue atropellado por un auto, y llevado a un hospital.
A pesar del sufrimiento, el viejecito permanecía alegre, al contrario de los otros pacientes que se pasaban todo el tiempo quejándose de sus desgracias.
Sorprendida por la actitud de aquel hombre, una de las enfermeras le preguntó la razón de su entusiasmo, y él contestó que se debía a su visitante; pero como nadie había visto nada, él explicó:
-Todos los días viene a las doce; se sienta junto a mi cama y me dice: «Hola Miguel, soy Jesús».
JESíšS ES EL AMIGO QUE NUNCA FALLA.