Una demostración de que el pueblo estadounidense es un pueblo bueno que ama la vida y ama la paz, nos lo ofrece el resultado de las encuestas al respecto de la guerra en Irak y la popularidad del presidente Bush.
Yo, hombre posmaduro y columnista en ciernes quisiera tener un alto poder de convicción para lograr hacerle ver al señor Bush lo que significa que, según las encuestas, las tres cuartas partes de sus compatriotas están hastiados de esa guerra y quieren que sus jóvenes soldados regresen a su patria, a su mujer y a sus hijos.
No se puede discutir la credibilidad de esas encuestas porque, a lo largo de los cuatro años que ya lleva esa guerra, la tendencia constantemente descendente de sus resultados, lo demuestra fehacientemente. El número de estadounidenses que desean que sus soldados se retiren de Irak se ha incrementado significativamente. Ahora mismo, señor Bush, de cada cuatro de sus compatriotas gringos son tres los que claman por un fin a esa guerra sin sentido. Son 225 (doscientos veinticinco) los millones de compatriotas suyos los que manifiestan su repudio a esa guerra y le están ordenando a usted que se retire de Irak. Son solamente 75 (setenta y cinco) millones los gringos que quieren que la nación norteamericana siga metida en ese quehacer de muerte. Son 75 millones en pro de la muerte. Son 225 millones en pro de la vida.
Mr. Bush debería de meditar y así entender que el persistente resultado de esas encuestas es una orden que le dicta el pueblo norteamericano. Ese resultado tiene una implicación moral que usted, dándose cuenta de ello, tiene la obligación, también moral, de acatar. Su desobediencia a esa orden, de orden moral, obligará moralmente a esos 225 millones a manifestarlo de otra manera.
Por otra parte, y en lo que es por fuera de sus fronteras, a nivel internacional, y durante esa visita que se le inventó para venir a Latinoamérica, pudo usted Mr. Bush darse cuenta que su política es rechazada. Usted lo sabía y por ello fue que se montó ese desproporcionado despliegue de fuerza para protegerlo.
Me decía la Lila, mi mujer, que aun cuando parezca una tonta comparación, es impactante la diferencia entre la recepción que los pueblos del mundo le hacen a SS el Papa, y la que a usted se le hizo. ¿Contrastante, o no?
Fue también la Lila quien me contó lo que le había comentado su amiga, la Queta, respecto al contraste entre la visita que hace algunos años hizo a Guatemala el entonces presidente Bill Clinton, y quien, caminando por las calles de La Antigua, entró a un restaurante a comerse un taco. Y ello, a pesar del escandalito que con la Lewinsky había protagonizado d. Bill.
Su guerra en Irak, señor Bush, nunca logrará ganarla. Aun cuando usted con su poderío militar los haga añicos, usted será el perdedor. Será para usted una trascendental derrota moral. Son 75 en contra de 225.
Son 75 millones los en pro de más muertos. Son 225 millones los en pro de la vida. ¡Ya no más Mr. Bush!