POR MARIO CORDERO íVILA
A casi tres años de la partida de Roberto González Goyri, aún sigue proveyéndonos de su calidad artística. El año pasado, se puso a circular el libro «Reflexiones de un artista», el esfuerzo de su familia en recopilar lo que el pintor y escultor había escrito, y publicarlo en un libro.

González Goyri era un obrero del arte. Es decir, todos los días estaba pintando o haciendo bocetos para sus futuros proyectos. Incluso en sus últimos días, continuaba creando y, seguramente, dejó decenas de proyectos pendientes, porque él fue artista activo hasta el último de sus días.
Su faceta como artista, pintor, escultor y creador de obras monumentales, es muy conocida. El capitalino a diario podría toparse con una obra de González Goyri, porque él ya está enraizado junto con la ciudad, y sus murales y esculturas están regadas por todos lados.
Sin embargo, una faceta que no se conocía tanto, es que González Goyri también tenía firmes convicciones teóricas acerca del arte. Con el libro «Reflexiones de un artista», se evidencia que este pintor y escultor tenía mucha solidez intelectual, y que su trabajo artístico era el fruto de profundas reflexiones, y no una obra sin ningún sentido ni objetivo.
El libro «Reflexiones de un artista» está formado por cinco partes. La primera, sobre las conferencias dictadas, en ámbitos culturales de diferentes partes del mundo. Por ejemplo, en las presentaciones de sus exposiciones, en las presentaciones que hacía de muestras de otros artistas, o bien sobre el arte de Estados Unidos, el cual él conocía muy bien, ya que ahí terminó de formarse teóricamente como artista.
También hay reflexiones sobre la obra mural en Guatemala, con la cual explica uno de los aspectos más importantes de su obra. No sólo explica los significados de sus murales, sino sobre las dificultades (técnicas, de ambiente, entre otras) para llevar a cabo obras monumentales, como los altorrelieves del IGSS y el Banco de Guatemala, por ejemplo.
Una tercera parte del libro consiste en sus publicaciones en periódicos, revistas y otros medios de difusión. La cuarta parte es sobre los discursos que ofreció, sobre todo cuando fue homenajeado. Muchos de estos discursos no se extienden mucho… a lo sumo dos o tres páginas, lo cual devela la humildad con la que siempre aceptó el artista estos reconocimientos, agradeciendo siempre, pero no ensalzándose.
Por último, dos anexos sobre dos artículos publicados por terceros sobre la obra de González Goyri.
Como decía, González Goyri demuestra con este libro que tenía los conocimientos teóricos muy sólidos, y que su obra fue producto de un ejercicio intelectual. No se trataba, su obra, de una mera expresión de sentimientos -que sin duda también es una obra muy pasional-, sino de profundas reflexiones.
Esto es muy importante para darle mayor realce a su obra artística, ya que se tiene el paradigma que el pintor o escultor se expresa a través de las formas por su incapacidad de expresarse con las palabras, hecho que González Goyri desmiente.
El artista demuestra que era muy analítico. Sus ideas tienen mucha profundidad y podrían considerarse como una especie de «Estética» que podrían servir a otros pintores y escultores.
Es valioso también leer la forma en que explicaba sus obras o la obra de otros artistas, ya que usualmente la crítica del arte, sobre todo en Guatemala, es muy débil en cuanto a fundamentos, y se cree que con calificativos de «sublime», «espíritu libre», «obra enérgica», etc., se cree que se está haciendo un comentario objetivo, cuando, en realidad, estas palabras no dicen mayor cosa. En cambio, González Goyri, en este libro, también demuestra cómo se puede hacer un comentario amable de una obra, sin caer en la subjetividad o en el compadrazgo, muy común entre la crítica artística del país.
Es admirable, por último, que González Goyri, en sus comentarios a obras de otros artistas, siempre tenía un comentario amable, pero sin caer en exaltar lo que no existía. Muy recomendable el libro, sobre todo para los artistas y para quien esté interesado en profundizar en el arte guatemalteco.
Roberto González Goyri (1924 – 2007) fue un pintor, escultor y muralista guatemalteco.
A los catorce años ingresó en la Academia Nacional de Bellas Artes desde donde, al terminar sus estudios, y gracias a una beca gubernamental, completó su formación en el Arts Students League y Sculpture Center de Nueva York. Regresó a Guatemala en 1952 donde desarrolló su obra y fue director de la Escuela Nacional de Artes Plásticas.
Expuso en España, Estados Unidos, Ecuador y Nicaragua, encontrándose obra suya en el MOMA de Nueva York y en el Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida de Guatemala. En 1958, se le concedió la Orden del Quetzal y en 1966 ganó el primer premio en el Certamen Centroamericano de Ciencias y Letras y Bellas Artes gracias a la escultura El espectro de la guerra.
Entre sus obras públicas destacan Monumento a Tecún Umán, el mural en el Museo de Arqueología y Etnología y los altorrelives del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, Crédito Hipotecario y del Banco de Guatemala.