La violenta rutina de la guerra


Unos soldados del Ejército nacional afgano se preparan para trasladarse en un camión en compañí­a de tropas estadounidenses. Pese a la fuerte presencia militar en Afganistán, la violencia sigue siendo un factor común en ese paí­s. FOTO LA HORA: AFP DAVID FURST

Los marines norteamericanos siguen tratando de romper el dominio de los insurgentes en el oeste de Afganistán, en medio de una triste y violenta rutina, ocho años después del comienzo de las operaciones militares que llevaron a la caí­da del régimen de los talibanes.


El porvenir del paí­s depende de un debate que tiene lugar a miles de kilómetros de distancia, en Washington: enviar o no refuerzos, sin los cuales el estado mayor norteamericano advierte que la guerra podrí­a perderse en un año.

En la provincia de Farah, el Paso de Bhuji Bhast, de 36 km de largo, es un corredor talibán sembrado de bombas artesanales, las llamadas IED (Improvised Explosive Devices, artefactos explosivos improvisados) en el vocabulario militar.

A lo largo de ese paso se suceden los pueblos hostiles a la presencia de tropas occidentales. Un experto en explosivos describe la región como «el peor y el más aterrador lugar del mundo».

Cientos de marines, infantes de marina norteamericanos, acompañados de soldados del ejército afganos, emprenden la ruta al alba en busca de bombas.

Los soldados esperan que amanezca para abrirse camino, a través de los cultivos de maí­z y de marihuana, hasta los pueblos vecinos. Su avance es entrecortado por breves ráfagas de ametralladora.

En las cabañas de adobe, los aldeanos afganos miran sorprendidos a los marines, que registran en busca de material que pueda servir para fabricar bombas. En el exterior, mujeres cubiertas con burqas se aprietan unas contra otras, rodeadas de ganado y gallinas.

El cabo Gabe Heckler sale de una cabaña con una pila eléctrica cortada en dos y una varilla de carbono en la manos. «La única razón para desmontar así­ una pila es que alguien haya fabricado IED aquí­», dice.

A pocos metros de distancia, otros marines encuentran fertilizante, cables eléctricos, municiones, detonadores de granadas y fotos de combates de talibanes.

Una muchacha tiró la pistola que tení­a en la mano al llegar los soldados.

«Vamos a detener a dos personas, el propietario de la casa y su hermano. Al hermano le falta un brazo, y afirma que lo perdió durante la invasión soviética», explica.

Esos hombres «mienten sobre su edad, evidentemente, ya que tienen aspecto de cincuentones y afirman que tienen 20», estima el teniente Shane Harden.

«Hasta ahora la operación se desarrolla más bien sin problemas. Creo que hemos perturbado sus actividades. Es un buen hallazgo», comenta.

Los IED son el arma favorita de los talibanes, cuya influencia no cesa de aumentar en todo el paí­s, cuando habí­an desaparecido prácticamente en 2002.

El miércoles, un IED con 27 kilos de explosivos estalló al paso de un blindado detector de minas en Bhuji Bhast, pero no hubo heridos.

Esas bombas baratas y difí­ciles de detectar son responsables de tres de cada cuatro pérdidas de las fuerzas internacionales.

2009 es ya el año más sangriento para los militares extranjeros en Afganistán, con 400 muertos en lo que va de año.

Desde el 7 de octubre de 2001, fecha en que empezaron las operaciones norteamericanas en Afganistán, perdieron la vida 1.445 soldados extranjeros, 869 de ellos norteamericanos.

Entonces, los talibanes perdieron el poder en pocas semanas, derrotados por los bombardeos aéreos norteamericanos y por las operaciones terrestres, llevadas a cabo esencialmente por la Alianza del Norte, una coalición de jefes de guerra afganos.

El martes, los talibanes advirtieron que están preparados para una «larga guerra», reiterando su exigencia de que las fuerzas internacionales se vayan de Afganistán.

OBAMA Deliberaciones


Al cumplirse ocho años del dí­a que la coalición liderada por Estados Unidos lanzó una guerra para derrocar a los talibanes, el presidente Barack Obama se reúne hoycon altos asesores para considerar si se enví­an más tropas a Afganistán.

El martes, Obama instó a los lí­deres del Congreso en una reunión en la Casa Blanca a no politizar su examen sobre el futuro de la misión de Estados Unidos en Afganistán, pero no consiguió aplacar el debate en curso sobre la guerra.

El diálogo se dio en momentos en que Obama revisa exhaustivamente la polí­tica estadounidense en Afganistán, con el fondo de un aumento de las muertes entre las tropas de la coalición, la acrecentada insurgencia de los talibanes y la ansiedad del público sobre el desarrollo del conflicto.

«Dada la importancia de la polí­tica (sobre Afganistán) para nuestra seguridad y nuestras tropas, el presidente dijo que será riguroso y reflexivo, mientras se avanza con un sentido de urgencia», dijo un alto funcionario del gobierno de Obama.

Este miércoles, Obama sostendrá una reunión con su consejo de guerra, que incluye al vicepresidente Joe Biden, la secretaria de Estado Hillary Clinton y el secretario de Defensa, Robert Gates, en la Casa Blanca.

Este año ha sido el más letal de la guerra comenzada en octubre de 2001, con la muerte de 394 efectivos de la coalición, incluyendo 236 estadounidenses, según un recuento de la AFP.