La violencia y la impunidad hacen las pérdidas más dolorosas


Repo_1

Cientos de miles de guatemaltecos se preparan para acudir a los cementerios y recordar a sus seres queridos en el Día de Todos los Santos el día de mañana, 1 de noviembre, fecha en que se otorga además asueto tanto en el sector público como en la iniciativa privada.  Aunque la pérdida de un ser querido siempre es difícil de aceptar y a veces resulta imposible de superar, el dolor prevalece en las familias a las que la violencia y la inseguridad les han arrebatado a sus integrantes.

Repo_2Repo_3

POR MANUEL RODRÍGUEZ
mrodriguez@lahora.com.gt

INACIF REPORTA UN PROMEDIO MÁS ALTO DE MUERTES DIARIAS POR VIOLENCIA QUE POR CAUSAS NATURALES

Aunque se trata de un descanso nacional, eso no exime de tristeza a las familias guatemaltecas que por una u otra razón lamentaron la muerte de un familiar, amigo o conocido ya sea por un hecho de violencia, accidentes de tránsito o por causas naturales, aunque el dolor y el sufrimiento en el primero de los casos suele ser más intenso y prolongado.

“LA MATARON LAS BALAS”

Su nombre era María Elena Camey Rivera. Recibió varios impactos de bala en el tórax, por desconocidos que se conducían en una motocicleta mientras ella estaba en una fiesta de 15 años, el 12 de noviembre de 2005 en la Colonia Covi-Hode, zona 21.

A las 8 de la noche, Camey Rivera había fallecido a sus 58 años.

Según relata un familiar, el miedo, la desesperación, el dolor y la impotencia por ver a María Elena en el suelo se apoderó de todos los asistentes, pues pensaron que el lazo que los unía como familia se había roto sin motivo ni razón aparente y de manera injusta.

Familiares de “Lenchita”, como la conocían, la recuerdan como una persona “vivaracha”, que “a donde quiera que la invitaban, allí iba ella”. Además, traen a su memoria que era una persona oficiosa, pues a veces ella misma pintaba y remodelaba su casa, lo que no hacía su esposo, aseguran.

“Ella era muy trabajadora, le gustaba tener su dinero. Trabajaba por su cuenta. Era muy entusiasta y amigable con todas las personas. No hubiéramos querido que se muriera, pero así son las cosas. La recordamos como si hubiera sido ayer que la mataron”, expresa la hermana de la fallecida, Edith Esperanza.

La hermana de María Elena dice que a pesar que han transcurrido ocho años desde su trágico deceso, ella siempre ha mantenido vigente su recuerdo, pues cada vez que tiene la oportunidad, comparte las anécdotas y vivencias de ambas, pues aún no se resigna al hecho de que alguien le haya arrebatado la vida a su única hermana.

“La recuerdo para su cumpleaños, cada 14 de abril. Le mandamos hacer una misa y también por cada año de fallecida. La familia dice que no estemos tristes porque a ella no le hubiera gustado, pero sí nos afectó bastante. Ella dejó dos niños huérfanos. Uno de 12 y una mujer de 17 años. Ellos también han tenido que superar esto, pero el varón ya está algo descarrilado”, menciona.

La entrevistada lamenta que a casi una década del asesinato de su hermana, ni la Policía Nacional Civil ni el Ministerio Público han dado seguimiento a las investigaciones y temen que este crimen, como muchos otros que enlutan a miles de guatemaltecas, quede en la impunidad.

“Si hubieran querido seguir lo hacen y dan con los responsables; había cómo, pero no movieron las manos. Ya pasaron 8 años y no se ha esclarecido nada por falta de testimonios y por falta de voluntad del Ministerio Público”, argumenta Edith Rivera.
 
“FALLECIÓ ENTRE MIS BRAZOS”

Caso muy distinto al anterior es el de la familia López Aguilar, quien el 19 de agosto de 1997 observaron como la hija mayor, Natalie Magda, falleció a la edad de 18 años, por fallas en el trasplante de riñón que le habían hecho un año y medio atrás.

La madre de Natalie recuerda que su hija falleció entre sus brazos y que con cierta resignación, han transcurrido más de 15 años de aquel suceso.

“Ella falleció el 19 de agosto de 1997, un mes después de su cumpleaños, porque el 20 fue enterrada. La lloramos desde que falleció y nos lamentamos por lo que pudimos hacer, pero siento que uno ya tiene marcada su fecha de vivir y de morir. Antes de morir, ella me habló, me dijo que le ayudara a cambiarla. Luego le dije que la iba a sacar al patio y me dijo: no, déjeme en la cama, aquí estoy bien”.

A Natalie Magda Iveth se le había detectado, a la edad de 15 años, insuficiencia renal y año y medio después su madre, Marta Lidia, donó uno de sus riñones para que le fuera trasplantado a su hija. En aquel entonces la menor estudiaba la carrera de Magisterio en el Instituto para Señoritas Belén, en la zona 1, y según relata la mamá, obtenía siempre buenas calificaciones y becas de estudio.

“Era muy educada porque cualquier cosa que uno le decía, obedecía. En los estudios era excelente. El recuerdo más lindo que tengo es cuando le decía: Mija, estudia. Y ella con la televisión prendida decía: No mamá, así se me queda. Era muy inteligente. Hasta llegó al programa Mentes Sanas y puso en alto al Instituto. Sus calificaciones no bajaban de 90 puntos”, manifiesta la madre de la menor.

Marta Lidia detalla que su hija inicialmente presentó síntomas de alergia en su cuerpo y que inmediatamente la llevaron con un doctor para que la revisara. Sin embargo, el doctor no supo hacer un diagnóstico y solo le aplicaban cremas y ungüentos sin saber lo que padecía exactamente.

“En ese tiempo no sabíamos por qué ni qué hacer. Luego descubrimos que era –lo que padecía– y le dieron el tratamiento que tenía que ser. Tres años duró con el tratamiento. Año y medio duró con el trasplante. Seguramente no se siguió tomando el medicamento y su cuerpo rechazó el riñón. Después del trasplante ella decayó bastante”, afirma la entrevistada.

A partir de entonces, la familia López Aguilar asiste cada 1 de noviembre al cementerio de la zona 12 a colocar flores a la tumba de “la Taty”, como la llamaban y recordarla con una oración, según cuentan.

GAM: UNA FECHA DE DOLOR Y SUFRIMIENTO

“Esta suele ser una fecha de dolor, de dudas y de mucho sufrimiento por lo que pudo haber sucedido a los familiares”, asegura Mario Polanco, director del Grupo de Apoyo Mutuo, al referirse al Día de Todos los Santos.

Polanco diferencia que cuando se trata de personas que perdieron a un familiar hace algún tiempo, existe resignación, pero cuando es reciente la pérdida, sea por violencia o por causas naturales, el primero de noviembre es de mucho sufrimiento.

“Es una situación complicada y cuesta aceptar que los seres queridos ya no están. En ese sentido es distinta la forma en que se toma. En general, la ausencia de un ser querido siempre es doloroso. Definitivamente si la muerte fue por un hecho de violencia, sí hay mucho más dolor”, explica el directivo.

En el caso concreto del GAM, el entrevistado expone que el 1 de noviembre también es una fecha que genera cierta frustración porque siendo una organización que busca personas desaparecidas, no se tiene la oportunidad de poder visitar una tumba porque se desconoce el paradero de muchas de las personas en este estado, las cuales en su mayoría, desaparecieron durante el conflicto armado interno que azotó Guatemala por casi 36 años.

Sin embargo, Polanco recalca en que el día de mañana se debe aprovechar para destacar la importancia de la unidad familiar y los valores culturales del país, que muestra a través de estas tradiciones, el sentido humano con que se debe recordar a los difuntos en su día.

ODHAG: EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS

Como cada año, cada primero de noviembre tiene una connotación religiosa, pues en Guatemala el Día de Todos los Santos es una tradición muy arraigada en la conciencia, pero en la cual, a pesar que es la festividad de la Iglesia Católica y la fe cristiana, se aprovecha a visitar a los difuntos, ya sean familiares o amigos, para mantener siempre ese lazo y relación con las personas que ya fallecieron.

Para Nery Rodenas, de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala, este día es una tradición que supera a la fe cristiana y que debe vivirse con religiosidad y tomando conciencia del valor de la vida en el mundo actual.

Específicamente en la materia, el representante de la ODHAG, subraya que cualquier tipo de pérdida es traumática, ya sea por causas naturales, accidentales o por delincuencia.

Rodenas explica que la diferencia radica en el acontecimiento que quizá nadie se esperaba como un accidente o por algún tipo de tragedia relacionado a la violencia que se vive en Guatemala; pues eso es mucho más traumático que cuando sucede por una enfermedad porque en este caso quizá se cuenta con alguna preparación previa, aunque advierte, ninguna muerte logra ser superada por los dolientes.

“La muerte es algo natural y lo mejor que podemos hacer es tratar de aceptarla, comprenderla y estos días son especiales para poder hacer énfasis y reflexión en ese tema. No debemos ver a la muerte como una enemiga, sino como un estado más de nuestra existencia”, expone el representante de la entidad religiosa.

NO SE ESTÁ PREPARADO PARA LA MUERTE

En los casos presentados anteriormente, ambas familias expusieron al ser entrevistadas, que no esperaban que la muerte tocara a su puerta; aunque ambas coincidieron que la fe y la oración las han ayudado a superar el “trago amargo” de perder a sus familiares, aunque de manera distinta.

Al respecto, el antropólogo Jairo Alarcón Rodas, coincide con Nery Rodenas al asegurar que la muerte de una persona es algo implícito en la naturaleza humana y por tanto no se puede evitar porque es el ciclo natural de la vida. No obstante, opina que así como la sociedad se prepara para la vida, tendría también que prepararse para la muerte, aunque actualmente no es aceptada como parte de la cultura guatemalteca.

“Hay que pensar que nada es eterno, que todo cambia, que todo se transforma; y así como el ciclo de la vida comienza desde los elementos más insignificantes hasta los más complejos del ser humano, en algún momento tiene que fallecer, tiene que pasar a otro estado. Ese tendría que ser parte de nuestro aprendizaje de la vida, lo cual nuevamente nos remite a vivir la vida correcta y honestamente”, opina Alarcón.

Al también investigador le resulta curioso que Guatemala, siendo una sociedad eminentemente religiosa, “donde te venden la idea de que más allá de esta vida hay una vida eterna”, se llore a los muertos, en vez de aceptarse de que van a pasar a mejor vida.

Alarcón Rodas agrega: “En mi caso no es aceptable porque manejo la idea de que solo esta vida existe. Esto es contradictorio para una sociedad eminentemente religiosa como la nuestra. Es entendible que se llore la partida por la ausencia, pero tendría que existir alegría porque pasan a una mejor vida, como dice el dicho”.

Finalmente, el tema de la muerte para el antropólogo es un tema íntimo, aunque siempre se vea como algo muy lejano. Sin embargo, aceptarlo y ver de cerca a la muerte, dice, culturalmente no es aprobado para ningún miembro de la sociedad porque no se está preparado para la muerte.

Entonces, una manera de mitigar el dolor, según el estudioso, es caer en el consumo en esta fecha, para beneficio únicamente de las personas que obtienen ganancias con el dolor y el sufrimiento de las primeras.

“Lo que sucede es que en una sociedad como la nuestra, esto se ha comercializado también; y lo que puede ser muy privado e íntimo se puede convertir en algo más lucrativo, donde la sociedad de consumo hace las suyas vendiendo expectativas. En sociedades capitalistas y consumistas como ésta, siempre se aprovechan estos instantes”, puntualiza.

PROMEDIO DE 17 MUERTOS DIARIOS

Según datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, en 2013 hasta el mes de septiembre, por causas asociadas a la violencia y demás hechos criminales, se han realizado 4 mil 644 necropsias, siendo las heridas ocasionadas por proyectiles de armas de fuego las más recurrentes, afectando en su mayoría a hombres y en menor grado a mujeres, lo que arroja un promedio de 17 muertos diarios por causa de la violencia.

En tanto, por causas asociadas a enfermedad común y sus complicaciones, el Inacif ha realizado 4 mil 478 necropsias, siendo las causas clínicas las de mayor frecuencia, y que afectan en igual medida a mujeres y a hombres. Las muertes naturales promedian 16.40 muertos diarios.

Cabe destacar que los homicidios se han incrementado en un 5.8% en comparación a los primeros nueve meses de 2012, según el Inacif. Asimismo, en los primeros 20 días de octubre murieron 213 personas por heridas con arma de fuego, según reportes preliminares del Instituto Nacional de Ciencias Forenses.

“Hay que pensar que nada es eterno, que todo cambia, que todo se transforma; y así como el ciclo de la vida comienza desde los elementos más insignificantes hasta los más complejos del ser humano, en algún momento tiene que fallecer, tiene que pasar a otro estado. Ese tendría que ser parte de nuestro aprendizaje de la vida, lo cual nuevamente nos remite a vivir la vida correcta y honestamente”.
Jairo Alarcón Rodas
Antropólogo

“Ella era muy trabajadora, le gustaba tener su dinero. Trabajaba por su cuenta. Era muy entusiasta y amigable con todas las personas. No hubiéramos querido que se muriera pero así son las cosas. La recordamos como si hubiera sido ayer que la mataron”.
Edith Esperanza

“Ella falleció el 19 de agosto de 1997, un mes después de su cumpleaños, porque el 20 fue enterrada. La lloramos desde que falleció y nos lamentamos por lo que pudimos hacer, pero siento que uno ya tiene marcada su fecha de vivir y de morir. Antes de morir, ella me habló, me dijo que le ayudara a cambiarla. Luego le dije que la iba a sacar al patio y me dijo: no, déjeme en la cama, aquí estoy bien”.
Marta Lidia Aguilar