«Y yo pregunto (…) si han calculado alguna vez el número de individuos que es necesario condenar a la miseria (?) para producir un rico».
Almeida Garret, citada por José Saramago
Que el gobierno no haya implementado hasta el momento una política de desarrollo rural, y que en el Congreso de la República una iniciativa de ley sobre este tema no llame la atención de la mayoría de los partidos políticos representados en el Legislativo, no es fortuito; tampoco lo es que las cámaras empresariales y agrarias del país se hayan opuesto a la discusión y aprobación de un Código Agrario y que se mantengan reacias a modificar la actual estructura de tenencia de la tierra.
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No es casual, ni mucho menos, que Guatemala sea uno de los países con los mayores índices de desigualdad, en donde muy pocos tienen mucho, y muchos, muchísimos, viven en pobreza y pobreza extrema: familias enteras intentan sobrevivir (y no vivir) con diez y seis quetzales al día.
¿Podemos atribuir al azar que sea la población indígena la más excluida de la política, las más marginada y discriminada? ¿Podemos olvidar que esta situación pudo cambiar hace varios años cuando se planteó una reforma a la actual Constitución Política, que fue impedida por el «no», impulsado, principalmente, por los voceros de los cavernarios de este país?
«Es mejor olvidar», dicen algunos, cuando se intenta hacer referencia a los miles de muertos y desaparecidos que dejó el conflicto armado interno, mientras los responsables de estos crímenes gozan todavía del poder político y económico.
Nos invitan a darle vuelta a la página a nuestro pasado más próximo y a nuestra propia realidad. Insisten que con la caída del Muro de Berlín la «ideología» ha muerto y que ha sido superada ante la necesidad de proponer una agenda común. Proponen que la concepción de la «derecha» y la «izquierda» se terminó luego de la firma de los Acuerdos de Paz.
¿Acaso no conservamos un sistema de pensamiento, es decir, una ideología que nos hace ver la realidad de una manera particular y con ello, distinguimos problemas diferentes? Para ellos, es mejor utilizar el mensaje de la «superación de las ideologías» para meternos a todos en un mismo costal. Ahora nos salen con que pensar distinto e insistir en puntos específicos de la problemática social es confrontación.
Además de la violencia y la impunidad, también ponemos atención a la pobreza, a la exclusión, al machismo, a la intolerancia frente a la diversidad sexual, al debilitamiento del Estado, a las políticas que favorecen únicamente al mercado y aseguran las ganancias de las grandes empresas, a los salarios de miseria, a la escasa o nula justicia laboral, a la recuperación de la memoria histórica y a la búsqueda de justicia por las personas asesinadas y desaparecidas durante el conflicto armado interno, a la inequitativa distribución de la tierra, a la exclusión de los pueblos indígenas, al femicidio… ¿Tienen alguna idea al respecto?