La vigencia de la ideologí­a


«Y yo pregunto (…) si han calculado alguna vez el número de individuos que es necesario condenar a la miseria (?) para producir un rico».

Almeida Garret, citada por José Saramago

Que el gobierno no haya implementado hasta el momento una polí­tica de desarrollo rural, y que en el Congreso de la República una iniciativa de ley sobre este tema no llame la atención de la mayorí­a de los partidos polí­ticos representados en el Legislativo, no es fortuito; tampoco lo es que las cámaras empresariales y agrarias del paí­s se hayan opuesto a la discusión y aprobación de un Código Agrario y que se mantengan reacias a modificar la actual estructura de tenencia de la tierra.

Ricardo Ernesto Marroquí­n
ricardomarroquin@gmail.com

No es casual, ni mucho menos, que Guatemala sea uno de los paí­ses con los mayores í­ndices de desigualdad, en donde muy pocos tienen mucho, y muchos, muchí­simos, viven en pobreza y pobreza extrema: familias enteras intentan sobrevivir (y no vivir) con diez y seis quetzales al dí­a.

¿Podemos atribuir al azar que sea la población indí­gena la más excluida de la polí­tica, las más marginada y discriminada? ¿Podemos olvidar que esta situación pudo cambiar hace varios años cuando se planteó una reforma a la actual Constitución Polí­tica, que fue impedida por el «no», impulsado, principalmente, por los voceros de los cavernarios de este paí­s?

«Es mejor olvidar», dicen algunos, cuando se intenta hacer referencia a los miles de muertos y desaparecidos que dejó el conflicto armado interno, mientras los responsables de estos crí­menes gozan todaví­a del poder polí­tico y económico.

Nos invitan a darle vuelta a la página a nuestro pasado más próximo y a nuestra propia realidad. Insisten que con la caí­da del Muro de Berlí­n la «ideologí­a» ha muerto y que ha sido superada ante la necesidad de proponer una agenda común. Proponen que la concepción de la «derecha» y la «izquierda» se terminó luego de la firma de los Acuerdos de Paz.

¿Acaso no conservamos un sistema de pensamiento, es decir, una ideologí­a que nos hace ver la realidad de una manera particular y con ello, distinguimos problemas diferentes? Para ellos, es mejor utilizar el mensaje de la «superación de las ideologí­as» para meternos a todos en un mismo costal. Ahora nos salen con que pensar distinto e insistir en puntos especí­ficos de la problemática social es confrontación.

Además de la violencia y la impunidad, también ponemos atención a la pobreza, a la exclusión, al machismo, a la intolerancia frente a la diversidad sexual, al debilitamiento del Estado, a las polí­ticas que favorecen únicamente al mercado y aseguran las ganancias de las grandes empresas, a los salarios de miseria, a la escasa o nula justicia laboral, a la recuperación de la memoria histórica y a la búsqueda de justicia por las personas asesinadas y desaparecidas durante el conflicto armado interno, a la inequitativa distribución de la tierra, a la exclusión de los pueblos indí­genas, al femicidio… ¿Tienen alguna idea al respecto?