Sobrevivir dentro de la cárcel es un reto para los privados y privadas de libertad; los vejámenes y las agresiones perpetradas por los mismos reos son parte de la vida cotidiana.
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Ayer se conmemoró el Día Internacional del Privado y Privada de Libertad. Este vespertino recorrió el complejo de las cárceles de Fraijanes, para conversar con varios presidiarios que confiaron la situación que viven diariamente.
«Para vivir decente tenés que tener plata, porque de lo contrario sufrís muchas cosas que sólo los que estamos adentro sabemos», dice uno de los entrevistados.
En palabras de la fuente, «decencia» significa comer otro alimento que no sea frijoles y salchicha descompuesta, así como recibir el trato de «persona» y evadir agresiones físicas, psicológicas y verbales y hasta sexuales.
Aunque varios de los afectados se niegan a aceptar que son víctimas de violencia sexual, otros no lo niegan, pues dicen que no pueden concebir el sueño por temor a ser víctimas de una violación.
«DINERO O TALACHA»
Cientos de reos, principalmente los de reciente ingreso, son extorsionados por aquellos que llevan más tiempo de «vivir» dentro del penal, para realizar «la talacha», que es sinónimo de «limpieza general», es decir, lavar baños, limpiar cuartos, cocina, etc.
Este trabajo es denigrante, no sólo porque es extenso, sino porque los reos más antiguos se aprovechan de la vulnerabilidad de los «nuevos» para que limpien «lo que nadie quiere limpiar».
A cambio de no realizar este trabajo, los «antiguos» llaman a familiares del nuevo inquilino y les dicen que si no entregan cierta cantidad de dinero van a asesinar a sus parientes, sin embargo, éstos no siempre cumplen, porque aunque la familia efectúe el pago, ellos obligan a los reos a continuar con esos trabajos.
AGRESIONES
Las agresiones físicas, verbales, sexuales y psicológicas, imperan en los centros de rehabilitación; aquí prevalece la ley del «más vivo o más fuerte». El reo que ha sobrevivido a los vejámenes, que lleva más tiempo o que «tiene influencias», es el que comete libremente estas acciones.
Las fuentes comentan que referirse a «influencias» significa que un reo tiene «el poder dentro de la cárcel», cuando entrega una fuerte cantidad de dinero al director del penal, que hace caso omiso del sufrimiento de otras personas.
ALQUILER DE SILLAS Y MESAS
El negocio de alquilar sillas y mesas es parte de los abusos que se cometen dentro de las prisiones del país: si un reo desea atender a su familia el día de visita, debe pagar por el alquiler de una mesa y sillas, ya que ni siquiera cuentan con ello.
Los afectados dicen que esto es un «silencio a voces» y que los directores de los centros carcelarios reciben una cuota para permitir esto.
MALA ALIMENTACIí“N
«Estamos cansados de comer frijoles, salchicha descompuesta y pan viejo», dicen los entrevistados, pues aunque no niegan que comen por lo menos dos veces a la semana carne roja o blanca, indican que esta comida les causa malestar estomacal.
A criterio de estas personas, podrían ingerir otros alimentos por un costo mínimo, pues de lo que se alimentan no sobrepasa los Q5 y ellos conocen que varias empresas han ofrecido otros menús, pero nadie se ha preocupado por buscar una mejora.
Según se ha dado a conocer, quien denuncia estos vejámenes «muere», porque dentro de la cárcel todos se rigen por un «código de honor» y quien delata a su agresor es objeto de tortura o asesinato.
Por esa situación, varias de las víctimas prefieren no comentar nada de lo que sucede, ni siquiera a sus familiares, porque saben que lo que les espera no es algo bueno, es por ello que todo esto queda en la «impunidad y en el olvido», afirman las fuentes, porque hasta las autoridades son cómplices de las situaciones de dolor.
Según Rudy Esquivel, vocero del Sistema Penitenciario (SP), desafortunadamente no existe una denuncia formal de parte de los reos, pues esto únicamente se queda en rumor, y aunque se pretende escuchar a los afectados, estos guardan «hermetismo» al ser indagados.
Esquivel también indica que no descartan el mal actuar de los directores de los centros, pero es oportuno que los afectados revelen la identidad de los cómplices de esos abusos, porque sin pruebas no pueden destituir a estas personas.
El funcionario concluyó en que tanto los familiares de las víctimas como ellas mismas deben confiar en el Sistema y denunciar lo que sucede al teléfono 2220-7098, donde pueden dar a conocer lo que pasa dentro de la cárcel, para evitar este problema que viene de varios años, pero que se pretende erradicar a través de la denuncia.
Actualmente existen 19 centros carcelarios en todo el país, en donde viven unos 9 mil 600 privados y privadas de libertad.
Los lugares donde se reporta hacinamiento son el Centro Preventivo para Varones de la zona 18, con 2 mil 494; Granja Penal Canadá en Escuintla, un mil 123; Cantel, en Quetzaltenango, un mil 73; Pavón, 1072 y Pavoncito 708, ambos en Fraijanes.