El puente de Los Esclavos, en Cuilapa, Santa Rosa, aún sigue en pie, pese a tener más de 400 años de construcción, la cual data de 1579, por iniciativa del síndico Baltasar de Orena y del gobernador Pedro Mayén de la Rueda. La semana pasada, con las fuertes lluvias que provocaron la crecida del río de Los Esclavos, muchos observamos con sorpresa la fuerza de este río, pero el puente soportó sin mayores problemas.
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Según cuenta la leyenda, este puente fue construido con el objetivo de enlazar el reino de Cuzcatlán con el de Guatemala, en una ruta que se estaba convirtiendo en paso frecuente, sobre todo desde la conquista de los xincas, en la región de la costa sur de Guatemala.
Los xincas, una vez esclavizados, fueron obligados a construir este puente, y de allí su nombre “de los Esclavosâ€. Según la leyenda, el capataz de la construcción (o en otra versión, uno de los esclavos), estaban preocupados porque ya estaban exigiendo la finalización de la obra, la cual se había quedado sin fondos; la presión fue tan fuerte, que esta persona, capataz o esclavo, decidió invocar al diablo, e implorarle que terminara el puente, a cambio de venderle su alma.
Al día siguiente, el puente quedó finalizado. Sin embargo, el personaje de la leyenda, al ver que el diablo le exigía su alma, se arrepintió y luchó con él para no entregársela. Satanás, enojado, pegó una patada (un manotazo, según otras versiones) que destruyó una parte del puente (una roca), la cual no ha sido posible repararla por más que se ha intentado.
Según otras versiones menos populares, en realidad no se trataba del diablo, sino de Dios, quien se disfrazó de su enemigo acérrimo para ayudar a esa alma atormentada y ayudarlo, y por ello le fue posible no entregar su alma al Príncipe de las Tinieblas.
En cualquiera de los casos, Dios o el diablo, ello responde a por qué el puente está tan bien construido y no se cae.
Sin embargo, en esa misma versión menos popular, se dice que el diablo se hartó que cada contratista lo invocara a cada momento para terminar las obras, ya que el constructor era capaz de pagar su porcentaje de mordida al alcalde, la diputada, al Ministro y a otros funcionarios, y que el contratista no fuera capaz de entregarle su alma a Belcebú.
Dios también cansado de dejar siempre a las 99 ovejas buenas para ir a buscar al contratista corrupto, ha dejado de asistirlo, por lo que se ha tenido que construir con atrasos y con muy mala calidad el puente, que, al no tener ayuda de Dios ni del diablo, se cae, y no como el puente de los Esclavos, que por más lluvia que caiga, no se cae.
Otra versión, aún menos popular, da cuenta de que el diablo, cansado de que todos los contratistas haraganes lo invocaran cada año para terminar los puentes y que finalmente se las arreglaran para no entregarle su alma, el más conocido como el Chamuco decidió fundar una ONG para que los contratos se los dieran a él.
De esa forma, se elimina de intermediarios mentirosos que se niegan a entregarle su alma, y de todas formas construye las obras en forma mediocre para que se haga un círculo vicioso para que el próximo año le encarguen la (re)construcción del mismo puente. De cualquier forma, prefiere negociar directamente con diputados y alcaldes corruptos, quienes, de cualquier forma, irán al Infierno y no necesitan negociar su alma, porque ésta ya ha construido su propia casa en el Averno.
Según revela otra leyenda, que más que leyenda es un secreto a voces, que al diablo ya le preocupó que su identidad de oenegero se descubra, por lo que ya ideó la estrategia para que se eliminen las ONG de las obras grises, que ahora podrían ser adjudicadas a través de la Ley de Alianzas Público-Privadas, en la cual el Cachudo ya está en lista de espera.
Sea verdad, o sea mentira, yo sólo puedo dar fe que el puente de los Esclavos sigue en pie, y que muchos otros construidos hace uno, dos o tres años, se cayeron en este invierno.