Hay expresiones que van cayendo en desuso y cada vez es menor la cantidad de gente que al referirse a un enredo tremendo habla de un «berenjenal». Como siempre es más fácil explicar las cosas con ejemplos, si algo puede tipificarse como berenjenal en la actualidad es el lío en que el presidente Bush metió a los Estados Unidos como resultado de su empecinamiento para invadir Irak y derrocar a Saddam Hussein. Recordemos que para lograrlo llegó al extremo de inventar datos sobre la existencia de arsenales de armas de destrucción masiva y otros que vinculaban al gobierno de Bagdad con los grupos terroristas responsables del atentado del 11 de septiembre de 2001 en las ciudades de Nueva York y Washington.
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Al final todo se demostró falso y el mismo Bush asumió la responsabilidad de la mentira al decir que como Comandante en Jefe fue él quien hizo la mala evaluación de los informes de inteligencia. Tras la patraña, Estados Unidos venció rápidamente como era de esperar al Ejército de Irak que no tenía capacidad para enfrentarse al norteamericano. Pero tras proclamar orgulloso la victoria, porque habían derrocado a Hussein y habían además destruido a su Ejército, el resultado de la guerra ha sido catastrófico y mientras algunos congresistas tratan de encontrar una salida para la crisis, otros están pensando ya en la necesidad de volver al reclutamiento forzoso como único medio para mantener los niveles de presencia militar que se consideran necesarios.
Hoy el berenjenal es enorme, puesto que tiene implicaciones también en otras regiones del mundo, en donde Estados Unidos no puede jugar su papel de gendarme porque perdió por completo su capacidad militar para tener presencia. Corea del Norte es apenas uno de los ejemplos porque Washington no puede hacer nada para contener los planes para el desarrollo de arsenales nucleares, no digamos el riesgo que hay en la conflictiva región del Oriente Medio.
Nunca en la historia de los Estados Unidos, un error político producto de un capricho personal, impulsado por el mismo Bush, su Vicepresidente y por el Secretario de Defensa, había tenido repercusiones tan costosas como las que ahora comentamos. Y será de largo plazo el efecto porque es evidente que el país se encuentra en una situación difícil y que no hay posibilidades de que pueda resolverse la situación sin un costo enorme para el Ejército de los Estados Unidos y para la economía del país que tiene que seguir en un creciente e histórico déficit para alimentar las ansias guerreristas del mandatario.
Una buena parte de los norteamericanos entendió la dimensión del problema y le pasó la factura a los republicanos en las últimas elecciones, pero lamentablemente yo creo que el daño está hecho y que en buena medida es irreparable. Ello porque además el prestigio de los Estados Unidos en el mundo está seriamente dañado y además de ello, hay un profundo resentimiento en el mundo árabe en contra del imperio, lo que lejos de haber debilitado a las formaciones de terroristas, les da el aliento de poder crecer rápidamente mediante la inyección de nuevos combatientes que salen de esos ejércitos de gente que tiene un profundo resentimiento por lo que significó la violenta agresión resultado del capricho de un mandatario.
Y el mundo tiene que pensar porque no es remoto que surja otro demente que sea capaz de llevar a la mayor potencia mundial a otra guerra, acaso más grave que ésta. Creo que Bush es un hombre que no tiene todas las luces consigo y estaría bien si su desequilibrio le afectara a él simplemente, a su entorno cercano o aun a un puñado de personas inocentes. Pero cuando un desequilibrado pone en peligro a toda la humanidad, es lógico que debamos tener preocupaciones y expresarlas porque el fenómeno se puede repetir.