La vagancia, mala consejera


La vagancia en todo ser humano, es un tema que debe tomarse muy en cuenta, pues puede decirse que es una enfermedad que aprisiona desde que se es joven. Es lamentable comentar casos y cosas que a diario vemos por las calles, nuestra juventud de ambos sexos, haciendo bromas de mal gusto y tratándose con palabras soeces, dando con ello mucho de que hablar.

J. Salomón Tala M., Céd. A-1 149331

Entre de estos grupos callejeros, muchos de ellos son los que no entran a sus clases en los centros de enseñanza que si se visitan se encuentran vací­os los salones, algunos vienen tomando esta medida de no asistir a clases como protesta, porque dicen que en sus casas no los comprenden (pretexto).

Pues es el caso que por ir y venir a su trabajo, los padres, se despreocupan del cuido de sus hijos, creyéndolos buenos muchachos, responsables en sus actos, sin darse cuenta que sus muchachos faltan a sus clases y andan en malos pasos, pues los amigos los han inducido a tomar drogas, fumar y otros vicios. Esto es verdaderamente lamentable.

Sabido es que todo vicio hace que destruya el cuerpo en toda persona, fí­sica y moralmente, acercándose rápidamente a la cárcel o a la muerte, sintiéndose muy tristes las familias que ven a un ser querido envuelto en las garras del vicio.

Nos damos cuenta de los jóvenes de hoy, que deambulan por todos lados, con drogas en su cuerpo, caminan sin rumbo fijo, en busca de conseguir dinero para saciar sus necesidades que le exige la enfermedad adquirida, por el licor o las drogas. Esta juventud no se da cuenta del daño que se está causando, perdiendo su salud, misma que hay que cuidar.

Son muchos los lugares, donde los vecinos dicen no aguantar a esa juventud descarriada que en lugar de estar en una sala estudios, se encuentran oliendo pegamento, fumando y tomando drogas y que en plena luz del dí­a y a la intemperie practican el sexo, sin importarles que todas las gentes que pasan por el lugar los vean.

Las niñitas de escuela, andan por las calles luciendo sus uniformes de identificación del centro de estudios al que fueron inscritas dando oportunidad de que hablen mal de ellas, haciendo caso omiso de las malas miradas, pero ellas una vez andan en grupo les importa lo que otros digan.

Los padres de estos jóvenes se sacrifican para darles todo lo que necesitan, como: vivienda alimentos, ropa, calzado, estudios y algún dinero para satisfacer sus necesidades del dí­a, comprando lo que les interesa, pero como no les alcanza para seguir con sus gastos del dí­a, se las ingenian para conseguir dinero fácil cometiendo asaltos y robos a toda persona que pasa por el lugar, como carteristas se vuelven profesionales y a muchos de estos vagabundos se les facilita por la práctica adquirida a meterse a las casas para llevarse todo lo que encuentran a su paso.

En otras oportunidades se ha visto a esta juventud, que cuando se para un vehí­culo en espera de que el semáforo le dé la ví­a, el piloto es acosado por estos maleantes a que se les entreguen sus prendas o son arrebatadas las plumas fuentes o lentes que lleve puestos, ha sucedido que cuando a una persona que maneja le roban sus anteojos, se han ido a chocar, con otros carros o paredes, llegando a consecuencias desagradables.

Toda esta juventud, que cometen estas faltas, porque no son comprendidos por sus padres y eso no es cierto, porque nadie quiere ver a sus hijos en malos pasos. Pero como estos muchachos forman sus grupos para robar carros, asaltar bancos y en muchas oportunidades se ha visto que a sus propios padres les quitan lo que tanto les ha costado.

Se ruega a lo padres de familia, poner mucho ojo al quehacer diario de sus hijos. Controlándolos si asisten a la escuela y como se portan en la calle, pues según su comportamiento premiarlos o castigarlos como se merecen.

Nuestra tierra necesita de hombres cultos y bien formados para sacar adelante a nuestra linda Guatemala. Sólo trabajando encontraremos nuestro bienestar. No se le olvide que la vagancia es mala consejera.