Un capítulo más de la joven democracia guatemalteca está por abrirse con la toma de posesión de las nuevas autoridades en el Ejecutivo y Legislativo, principalmente en este último poder del Estado, que por segunda vez consecutiva adolecerá de una bancada con poderes absolutos, lo cual obliga al nuevo partido oficial, en el que se convertirá la próxima semana la UNE, a sentarse a platicar con todos en la búsqueda de la publicitada gobernabilidad.
Hay quienes creen, como señala el investigador Gustavo Porras, que el número de 158 diputados y la forma como se eligen, hace virtualmente imposible que alguien en el futuro pueda tener mayoría en el Legislativo, salvo una victoria abrumadora que no parece posible en el marco de un sistema de partidos altamente fragmentado.
Las negociaciones para conformar la Junta Directiva que dirigirá el Congreso de la República el primer año de cuatro de esta sexta legislatura parecen haber llegado a su maduración, puesto que tanto GANA, como Partido Patriota (PP) declinaron su participación, el primero en la víspera del nuevo año y el segundo, el martes de esta semana, no obstante, el número importante de escaños que tienen, 37 y 29, respectivamente.
En los planes de Meyer estaba contemplado incluir en la Junta Directiva a ambos partidos, los patriotas llegaron a considerar el ofrecimiento de la primera vicepresidencia, pero finalmente optaron por no participar y anunciar que el lunes 14 presentarán una planilla de oposición, que difícilmente se animen a concretarlo, puesto que no cuentan con los votos suficientes, 80 para inclinar el fiel de la balanza a su favor.
La suerte parece estar echada para que la poltrona presidencial del Congreso de la República la ocupe el ex Rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, el licenciado Eduardo Meyer, quien se hará acompañar en la conducción de este alto Organismo del Estado de diputados con mucha experiencia en el trabajo legislativo y reconocidos operadores políticos, tal es el caso de los partidos FRG y Unionista que ocuparán dos de las tres vicepresidencias.
El licenciado Arístides Crespo, es diputado desde 1991, cuyo liderazgo a lo interior de su partido el FRG es indiscutible y goza del respeto de sus colegas. Tanto Meyer como Crespo son educadores naturales, el primero reconocido por su paso frente a la rectoría de la máxima casa de estudios y el segundo por su decidido apoyo a la educación nacional y a la reivindicación del gremio magisterial.
Crespo, no obstante, ser el diputado más antiguo, el decano como se le denomina a quien tiene más períodos legislativos, nunca ha ocupado un puesto directivo. Le corresponderá la primera vicepresidencia, seguido por el diputado César Fajardo en la segunda y su colega Pablo Duarte, en la tercera, reconocido este locuaz legislador por sus convincentes intervenciones dentro del Pleno y su calidad de oratoria, también con muchos períodos legislativos sobre sus hombros.
En la primera secretaría que algunos denominan como la gerencia del Congreso de la República, toda vez que, quien la ocupe maneja virtualmente la chequera de este organismo del Estado, la dirigirá el licenciado Santiago Nájera, diputado por el departamento de Jutiapa. Como dato curioso, vale la pena apuntar que tanto Duarte, como Nájera llegaron al Congreso de la República por primera vez con los distintivos del FRG.
«La oposición también gobierna»
El PP a través de su secretario general, Otto Pérez, después de anunciar la declinación de su partido de participar en Junta Directiva, afirmó que se ocuparán de fiscalizar el gobierno de Colom, mientras que Gana a través de su jefe de bancada, Jaime Martínez, anticipó que votarán a favor de la planilla que encabeza Meyer y que la oposición que asumirán será en pro de la gobernabilidad de este país.
Es fundamental la búsqueda de acuerdos puntuales y que se camine hacia alianzas que puedan ofrecer una determinada estabilidad para la acción de gobernar. Esto es una cuestión de interés general, porque las empresas calificadoras de riesgo, de las que en buena medida dependen los flujos de inversión, le confieren un importante peso a las relaciones interinstitucionales y específicamente a las relaciones entre el Ejecutivo y Legislativo, afirma el analista Porras.
Es obvio que una situación de oposición cerril, o, por el contrario, una situación de acuerdos espurios a espaldas del interés general, rebaja mucho la calificación de nuestro país y más allá de cuál es la realidad, la implacable hostilidad de los medios hacia el Congreso, descalificándolo una y otra vez, hace que siempre se proyecte la imagen de ingobernabilidad y de allí a los conceptos de Estado fallido o Estado frágil, sostiene el investigador.
Porras, dijo que la oposición también gobierna, aprobando, reformando o rechazando lo que se le plantea, especialmente en el Legislativo. Lo que es contrario a la gobernabilidad es una oposición que se limita a bloquear las iniciativas del poder en plaza con el único fin de desgastarlo y preparar su sustitución, sin reparar en el daño que le produce al país, concluye.