La Unasur revisa presencia militar de EE.UU. en Colombia


Los presidentes sudamericanos discutirán el viernes en la ciudad argentina de Bariloche el alcance del acuerdo que refuerza la presencia militar estadounidense en Colombia y que ha generado una tensión que podrí­a llevar a la ruptura de relaciones entre Caracas y Bogotá.


A escasas horas de la reunión extraordinaria citada en el centro turí­stico invernal de Bariloche, a orillas del espejo de agua que forma el lago Nahuel Huapi, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, advirtió que «hay que preparar la ruptura de relaciones con Colombia».

«Esas siete bases «yanquis» son una declaración de guerra contra la revolución bolivariana y así­ lo asuminos», dijo Chávez anoche, en un sorpresivo agravamiento de la belicosidad, justo cuando la Cumbre habí­a sido convocada para apaciguar los ánimos y encontrar aunque sea consensos mí­nimos.

La inquietud en varios gobiernos habí­a brotado por el pacto Bogotá-Washington que permite a tropas estadounidenses operar en siete bases militares del territorio colombiano.

El grito en el cielo lo pusieron también Ecuador y Bolivia, que coincidieron en denunciar amenazas para la soberaní­a y los recursos naturales, pero Brasil también sintió el impacto de la iniciativa del presidente colombiano Alvaro Uribe.

El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, le dijo por teléfono a su par estadounidense Barack Obama que «hay una sensibilidad muy grande en la región con la instalación de las bases», según su canciller Celso Amorim.

«Hay necesidad de dar garantí­as (…) de que tanto el equipamiento como el personal no serán usados fuera de los propósitos declarados (…), o sea el combate al narcotráfico y a las (guerrillas de las) FARC», dijo Amorim.

En este contexto fue llamada la reunión con los mandatarios de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur), integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.

«Hay vientos de guerra soplando en la región», habí­a disparado Chávez, en una reedición de las tensiones que estallaron cuando Colombia atacó en 2008 a las FARC en territorio de Ecuador, pero sin que la sangre llegase al rí­o.

Desde otro enfoque, el canciller chileno, Mariano Fernández, dijo que se trata de «integrar a los estados y no generar tensiones ni vientos de guerra».

Pero el ambiente quedó caldeado en ví­speras del encuentro en el imponente Hotel Llao Llao, a 1.600 Km al sudoeste de Buenos Aires, en un paisaje lacustre de ensueño con cerros nevados.

Washington tiene unos 300 militares operando en el marco del Plan Colombia de combate al narcotráfico y al terrorismo, pero el acuerdo permite desplegar hasta 800 soldados y 600 civiles.

El plan avanza con la inversión de 46 millones de dólares en la base colombiana de Palanquero (centro) para servir al transporte de tropas en aviones capaces de alcanzar objetivos sin reabastecimiento.

El acuerdo entre Washington y Bogotá se da en un contexto en el que el gasto regional de Defensa sumó 51 mil millones de dólares en 2008, un 30% más que en 2007, según expertos del argentino Centro de Estudios Nueva Mayorí­a.

Brasil le compra a Francia cinco submarinos, uno de ellos nuclear, mientras que Venezuela adquiere en Rusia aviones, helicópteros y fusiles, en tanto Bolivia gasta 100 millones de dólares y Colombia recibe la mayor ayuda militar norteamericana después de Israel y Egipto, según la misma fuente.

Paños frí­os puso el canciller de Perú, José Antonio Garcí­a Belaunde, al pedir «respeto a la soberaní­a que tiene derecho a ejercer Colombia».

En tal sentido, Uribe advirtió que no habrá marcha atrás y que su objetivo es «enfrentar con más éxito el narcotráfico y el terrorismo».

«Quiero dejar una cosa bien claro para los brasileños: esa misión no tiene nada que ver con la Amazonia brasileña», reforzó la idea el subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Pentágono, Frank Mora.

Aún así­, la Casa Blanca optó por mantenerse al margen de la Cumbre, aunque será mentada más de una vez en las conversaciones.

LULA Frenar tensiones


El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, espera que la Cumbre de Unasur el viernes en Bariloche (Argentina) ayude a «frenar tensiones» en la región e inicie un proceso de construcción de confianza, dijo hoy su portavoz, Marcelo Baumbach.

La cumbre «será una oportunidad para que los lí­deres pasen revista a temas que son potencial fuente de inestabilidad en el área de seguridad. Frenar esas tensiones es un requisito fundamental para continuar profundizando la integración», dijo Baumbach en una conferencia de prensa.

La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) discutirá la utilización de bases militares colombianas por parte de Estados Unidos, aunque la agenda incluye también otros acuerdos alcanzados en el área de Defensa por los paí­ses de la región, el tráfico de armas y la lucha contra narcotráfico.

El presidente de Colombia, ílvaro Uribe, ausente de la última cita del grupo en Quito hace dos semanas, será parte del encuentro esta vez, en medio de tensiones con sus vecinos Venezuela y Ecuador.

Según el vocero, el mandatario brasileño espera que «prevalezca la actitud constructiva y el discurso moderado, para reforzar la construcción de la confianza y evitar el riesgo de potenciales conflictos».

Las tensiones en la región «tienden a ser magnificadas por la retórica y la polarización», estimó el portavoz presidencial.

En la reunión, añadió, Lula podrí­a sugerir que se otorgue al Consejo Sudamericano de Defensa -creado a impulso de Brasil, un mandato para que analice los acuerdos con paí­ses fuera del bloque, pero eso podrí­a «exigir negociaciones adicionales».

«Es importante que los paí­ses estén dispuestos a ceder en algunos puntos en nombre del diálogo y la búsqueda de convergencias», consideró Baumbach.

La Unasur no tiene una estructura que impida a sus miembros acuerdos militares o en otros terrenos con paí­ses fuera del grupo.

Según su vocero, Lula defenderá su postura de que «pueden y deben ser adoptadas en el corto plazo» garantí­as jurí­dicas de que la presencia militar extranjera en paí­ses de la región no será utilizada en terceros paí­ses.

En particular, exigirá garantí­as de que las tropas estadounidenses no serán utilizadas fuera de Colombia.

Asimismo, Baumbach reiteró que Brasil no se opone a que la Cumbre de Unasur discuta los acuerdos de cooperación y transferencia de tecnologí­a en el área militar que el gobierno de Lula ya comenzó a firmar con Francia. «Brasil no tiene ningún problema. Lo que se aplica a otros paí­ses se aplica también a Brasil», dijo.

Lula volverá a mencionar su preocupación con la transparencia en los acuerdos de Defensa en la región, agregó.

Con relación a la propuesta brasileña de que los lí­deres de Unasur discutan estas cuestiones directamente con el presidente estadounidense, Barack Obama, Baumbach sostuvo que Lula considera esencial el «alivio de las tensiones».

«Un encuentro con Obama serí­a un paso posterior», dijo el portavoz, matizando la idea inicial brasileña lanzada luego de conocerse el acuerdo entre Colombia y Estados Unidos, y que no tuvo eco en Washington.

Colombia y Estados Unidos han indicado que su acuerdo militar para la utilización de hasta siete bases en territorio colombiano por militares estadounidenses apunta al combate del narcotráfico y el terrorismo en áreas bajo soberaní­a colombiana.