La transparencia en la propiedad de los medios


Los medios de comunicación escritos, radiales, televisivos o electrónicos se diferencian de cualquier sociedad mercantil por la capacidad que poseen de influir, informar e inclusive desinformar.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Se han organizado a nivel internacional y nacional en entidades gremiales que les protegen contra cualquier acción a efecto de salvaguardar no sólo su propiedad, sino la opinión de sus editorialistas, la publicación de las noticias que estimen procedentes.

En el pasado he abordado el tema en mis opiniones bajo el tí­tulo «El dedo en la llaga». Hoy, considero nuevamente importante referirme a él ante la noticia que publicara Siglo Veintiuno el 18 de abril, bajo el tí­tulo «Venden cuarta parte del grupo Prensa Libre», la cual ha sido comentada en otros medios durante el mes de marzo. Es importante saber quiénes son los dueños y accionistas de los medios, quiénes los dirigen.

En Prensa Libre cambió nuevamente la estructura de sus accionistas, hecho que ya habí­a sucedido parcialmente antes. Ingresan a ser nuevos copropietarios Gonzalo Marroquí­n, Edgar Contreras, hijo de ílvaro Contreras Vélez, y Jorge Springmí¼hl, quienes adquirieron el 27.27% de las acciones.

Es comprensible que no se desee que sea del conocimiento público cuál fue el monto de dicha transacción; Siglo Veintiuno publicó que la cifra es de US$32.5 millones, lo que significa que Gonzalo Marroquí­n y los otros dos socios invirtieron más de US$10.8 millones cada uno, por el porcentaje que adquirieron. Se dice que a través de financiamientos locales e internacionales compraron, financiamientos que como es lógico implican intereses y gastos. Estamos por ello ante una figura que sobrepasa los US$12.5 millones para cada uno de los tres nuevos accionistas; es decir, una inversión de Q97.5 millones cada uno. Interesante serí­a saber la forma en que Gonzalo y las otras dos personas obtuvieron estos elevados recursos. «Negocios son negocios».

En el caso de Gonzalo Marroquí­n, en particular debe ser muy cuidadoso y claro de poder justificar cómo obtuvo y garantizó esos Q97.5 millones. Por las responsabilidades que tiene en la Sociedad Interamericana de Prensa, por su parentesco con el presidente í“scar Berger y porque hasta el presente no habí­a sido un empresario de tantos millonarios recursos.

La transparencia y la importancia pública de esta transacción obliga también a que se sepa cuáles fueron los impuestos de IVA y Sobre la Renta que ésta operación produce, de lo contrario, tanto vendedores como compradores incurrirí­an en obvias responsabilidades tributarias y sus consocios se convertirí­an en cómplices. No basta ser bueno, hay que demostrarlo.

Retirarse es bueno, como es público, también me he retirado, aunque polí­ticamente no me dejan tranquilo; mi persecución se centra en dos falsas sindicaciones: una, la denominada por los medios «Conexión Panamá», infundada denuncia y acusación que va a cumplir seis años y salvo los cientos de páginas escritas que me han dedicado, en dos platos no hay nada y la otra, la denuncia polí­tica y represiva hecha por el ex fundador y socio del intervenido Banco Empresarial, ex Ministro de Salud, Marco Tulio Sosa Ramí­rez, por haber prestado de mis recursos personales una cantidad sin garantí­a, hipoteca o documento alguno, sin intereses al Patronato Antialcohólico. Qué bueno serí­a que el valor de esos cientos de hojas publicadas maliciosamente, en ambos temas, se los entregaran a una entidad de beneficencia.