La tiraní­a de la pedagogí­a sobre las humanidades


Desde hace más de 30 años, la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos ha sido gobernada por pedagogos. Desde finales de los años 70, con el respeto que el doctor Osegueda merece por su trayectoria académica y polí­tica, el imperio de la Pedagogí­a se instauró en nuestra Facultad en detrimento del núcleo central de las Humanidades (la Filosofí­a, las Letras y el Arte), por cuanto el manipuleo de los estudiantes de las Secciones departamentales, todos de las carreras que el Departamento de Pedagogí­a imparte, se hizo cada vez más oscuro e inmoral, al grado de la coacción y de la represión por parte de coordinadores y profesores alineados bajo consignas politiqueras a favor de sus intereses particulares.

Milton Alfredo Torres Valenzuela

Mas, a pesar de lo anterior, las Secciones departamentales de la Facultad de Humanidades han sido factor importantí­simo en los procesos de enseñanza-aprendizaje, sobre todo en el área rural; realidad innegable y digna de encomio, porque por ellas, el lema de la Universidad, «Id y enseñad a todos», se hizo realidad mucho antes de la creación de los Centros Regionales.

Pero, ¡Qué paradoja! Lo que pudo haber sido brillo constante de la Facultad de Humanidades, ha sido, a través de su manoseo politiquero, el tirano desalmado para las Humanidades, imponiendo, por más de 30 años, sus Decanos pedagogos, a todos los demás Departamentos.

El procedimiento se ha repetido una y otra vez y, ahora, en vista del prematuro y terrible asesinato del señor Decano y de las elecciones prematuramente organizadas, es seguro que volverán a traer las camionadas de estudiantes de Secciones departamentales a ejercer su derecho a voto, con las consignas y las mentiras de siempre, basadas la amenaza y en el terrorismo pedagógico.

El edificio central de nuestra Facultad ya está tapizado, como es costumbre, de afiches y, muy pronto, es seguro, no podremos trabajar gracias a la propaganda estridente, abusiva y de mal gusto que con los amplificadores a todo volumen, entre consigna y consigna politiqueras, violarán nuestro derecho a la tranquilidad y a dar y recibir clases, gracias a la propaganda subliminal acompañada de reggeaton y perreo.

Las opciones están claras: o se democratizan verdaderamente los procesos eleccionarios en la Facultad de Humanidades, o los Departamentos que han sobrevivido a la sombra del Departamento de Pedagogí­a se separan e independizan como lo hicieron, en su momento, las hoy Escuelas de Historia, Psicologí­a y Periodismo.

Continuará