La tergiversación de la Navidad


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La Navidad, contracción de Natividad, o sea el día del nacimiento de Jesús de Nazaret, debería ser una fecha de mucho significado para los pueblos pertenecientes a los países en donde se profesa el cristianismo, pero desafortunadamente con el paso de los años se ha tergiversado, hasta convertirse en una colosal fiesta comercial, en la cual predominan las borracheras, el despilfarro y la muerte de muchas personas.

Félix Loarca Guzmán


Seguramente, Jesucristo no estará muy contento allá en el cielo al ver todas las barbaridades, las injusticias y los atropellos que se cometen en su nombre con el pretexto de la celebración de la fecha de su advenimiento al mundo.

En nuestro medio, todos los años se lamenta la muerte de numerosas personas, como consecuencia de accidentes de tránsito provocados por la imprudencia de mezclar las bebidas alcohólicas  con la responsabilidad del volante.

El trabajo de los cuerpos de socorro aumenta en forma considerable en esta época por los abundantes casos de personas que sufren lesiones leves o graves a raíz de la criminal tradición de la quema de pólvora, especialmente cohetes y otros juegos pirotécnicos.

A ese respecto, es importante señalar que muchas de las víctimas son niños, quienes quedan mutilados, ciegos o con otras graves secuelas para toda la vida.

Al problema del subdesarrollo económico y social, se suman estas costumbres atrasadas como la quema de cohetes que desde hace tiempo fueron erradicadas en otros países del mundo. Pero, además, esa tradición trae aparejado que las personas queman su dinero y ello resulta inconcebible en un país donde predominan el hambre, la desnutrición y los problemas de salud.

La celebración del nacimiento del hijo de Dios se ha distorsionado, por lo que conviene hacer un alto en el camino para reflexionar e ir abandonando estas peligrosas prácticas que sin duda no hacen feliz a Jesús.

La Navidad debería ser una fiesta con alto sentido espiritual para recordar uno de los acontecimientos de mayor trascendencia en el mundo, retomando las enseñanzas de Jesucristo de Amaos los unos a los otros, desterrando la maldad y la violencia, para construir los cimientos de una sociedad en donde sobresalgan la paz y el respeto a los derechos fundamentales de los seres humanos.

En ese sentido, vale la pena recordar que Jesucristo fue el Primer Procurador de los Derechos Humanos en el mundo.

Finalmente, cabe agregar una sugerencia para todos en víspera de la Navidad y Año Nuevo: Que cuiden su dinero, que no caigan en la trampa de las tarjetas de crédito, y que si no pueden dar regalos materiales no lo hagan.  El mejor regalo es dar amor, y nuestro ejemplo para hacer el bien. Esta será la forma  más adecuada de agradar a Jesús.