Desde hace algunas décadas el país ha experimentado una tercerización de la economía, lo que significa que gran parte de la actividad económica dejó de pertenecer al sector agrícola e industrial y se ha trasladado paulatinamente al fragmento que ocupan los servicios. Según últimas estimaciones, se calcula que aproximadamente el 70% del Producto Interno Bruto –PIB– guatemalteco, es generado por los servicios, lo que evidencia el avance de este proceso en la economía nacional.
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Por muchos años se ha pensado que Guatemala es un país dedicado al monocultivo y a la agroexportación, lo que es válido porque desde la colonización hasta la fecha el sistema económico se ha subordinado a la exportación de materias primas, las cuales van desde el añil en un principio y en la actualidad dependemos de cinco productos –café, cardamomo, banano, azúcar y petróleo– que poseen mayor importancia en la conformación de la balanza de pagos.
El país se ha visto en la necesidad de trasladarse al sector servicios. En esta ocasión, trato de identificar la razón de mayor importancia que genera este fenómeno económico y social, situación que se materializa en las desventajas competitivas y se refleja en los términos de intercambio.
Para entender este fenómeno, es necesario profundizar en lo que a desventajas competitivas se refiere, y estas tienen su origen en el atraso tecnológico que sufre la producción nacional. En el sector agrícola lo anterior es indiscutible, puesto que al compararnos con las potencias mundiales que se dedican a la agro industria, se concluye categóricamente que nuestra producción carece de estándares de calidad, mismos que se plasman en la homogeneidad y el tamaño de los productos, con algunas excepciones –banano, azúcar y café- muy escasas; así también los rendimientos por área se encuentran por debajo de la media mundial.
Por su parte, el sector industrial tiene una reducida contribución al PIB, dado que Guatemala es una economía que no produce bienes finales sino más bien se dedica a la exportación de materias primas a fin de abastecer a otros países que sí lo hacen. Además, el mismo efecto que se da en la agricultura se manifiesta en este sector, dado que la combinación de tecnología de punta con la mano de obra especializada existente y utilizada en la producción industrial en otras regiones del mundo, provoca que sea muy complicado competir, derivado de los bajos costos que causa la anterior combinación.
Se concluye que en la actualidad el sector servicios toma cada vez más peso en el PIB, y esto algunos podrían calificarlo como atraso en la incansable tarea de sacar avante la economía nacional, situación que comparto parcialmente, pues no es lo mismo exportar bienes finales a los grandes mercados mundiales, que brindarles algunos servicios con menor margen de beneficio.
Países vecinos han dado muestras de que la prestación de servicios puede convertirse en una palanca facilitadora del despegue de la economía, por citar algunos ejemplos, podríamos observar el caso de México y Costa Rica quienes se han mantenido a flote mediante la oferta de servicios turísticos. Por otra parte, Panamá hace lo suyo con la prestación de servicios financieros, aunque este último caso podría ser debatible derivado de la estratégica posición geográfica de este país.
En Guatemala debemos convencernos que lo adecuado sería encaminar acciones enfocadas a facilitar e incentivar la prestación de servicios, y tratar de propiciar las condiciones idóneas para impulsar este sector, porque de lo contrario seguiremos en esta complicada lucha con las potencias mundiales, en donde una economía tan pequeña es poco o nada lo que puede hacer para competir en la industria y agricultura, en otras palabras seguiremos exportando barato e importando caro.