La teorí­a del caos


La «Teorí­a del Caos» aporta a las ciencias clásicas una nueva comprensión. Los sistemas sencillos, como un péndulo que se balancea, no siempre tienen comportamientos igualmente sencillos. En el fondo, se trata de conocer el futuro, de predecirlo, y la teorí­a del caos se refiere a lo impredecible de la realidad toda. No es ya la acción de ningún malvado demonio, la que nos impide evaluar el presente.

Fernando Mollinedo

En el medio ambiente, pareciera que el caos fuese la norma, contra lo que pensaba la fí­sica clásica. Y por lo general, el desastre llega sin poder preverlo, como el rayo, fulgurante, siempre inesperado y letal. Fuerzas, pues, que se acumulan y tensan hasta provocar la explosión, el estallido.

¿Se puede aplicar esta teorí­a a la conducta humana? Ya hemos dicho que se aplica a la conducta humana en todas sus dimensiones. En una relación de pareja pueden  acumularse, a lo largo del tiempo, tensiones, fricciones, muchas veces de manera inadvertida: se piensa que las palabras no lastiman, que  se las lleva el viento; que las heridas cicatrizan, que con el tiempo todo se olvida, pero en realidad, se van acumulando fuerzas, en forma de rencores y resentimientos, que un dí­a, con el estallido de una chispa pequeña, van ha hacer explosión y a destruir la relación.

El famoso estrés encuentra en esta teorí­a su mejor explicación: acumulación de tensiones que terminan reventando el sistema. En la vida personal, los problemas psicológicos, los traumas, las insatisfacciones, las percepciones distorsionadas, van generando campos magnéticos de alta tensión que, más temprano que tarde,  hacen estallar el sistema psicológico que coincide con el sistema de navegación del individuo.

Estamos ciegos ante el presente, y cuando hablamos de planear el futuro nos referimos primordialmente al campo económico, se descansa en la inversión y en el rendimiento a corto y a largo plazo, que no garantiza mucho, según lo atestigua el año viejo. Luego, la comunicación estarí­a al servicio de un sistema diseñado «para hacer tierra» y evitar que la sobrecarga reviente todo el sistema. La uniformidad del voltaje es la condición para utilizar la energí­a eléctrica. Y esto es transportable a la salud mental y fí­sica del individuo.

Cómo actúen otros factores en un futuro inmediato y modifiquen el comportamiento, no puede predecirse, menos en el ámbito de los sistemas sociales, en los sistemas de la convivencia humana: la psicologí­a personal, las relaciones de pareja, las relaciones familiares. Ni qué decir de los sistemas polí­ticos. Por ello, la presencia inevitable de errores en la evaluación del presente implica que la predicción sólo pueda hacerse a corto plazo, y no siempre del todo segura.

Iniciamos el nuevo año y es oportuno reflexionar acerca de la vida misma; OJ ALí los lectores de LA HORA realicen sus deseos en este 2010.