La tendencia de ver para atrás


En estos dí­as casi todos los habitantes del planeta están viendo para adelante, forjando propósitos de año nuevo y pensando en los retos y desafí­os que abre el nuevo espacio de doce meses que iniciaremos el domingo a la medianoche. La verdad es que la vida ha de continuar igual y salvo los propósitos que podamos mantener y cumplir, la fecha en el calendario tiene más de simbolismo que de verdadero sentido de cambio.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Pero una cosa que llama la atención es cómo los periodistas mostramos una enorme tendencia a ver para atrás en estos dí­as de fin de año, cuando la falta de noticia fresca nos hace caer en el esfuerzo por recordar los hechos sobresalientes de los últimos doce meses, pasando revista a los acontecimientos que ya van cayendo en el olvido de la conciencia colectiva. Mientras la gente habla de futuro y se pone metas, los periodistas recordamos noticias.

Y estarí­a bien que así­ fuera si la intención final fuera refrescar la memoria para que no volvamos a cometer los mismos errores, para que redoblemos esfuerzos por cambiar las cosas y para superar ancestrales problemas, pero el simple recuerdo por recordar no tiene el sentido que vale la pena.

Siempre he pensado que el conocimiento y reconocimiento de la historia tiene sentido en la medida en que nos comprometa hacia el futuro para no incurrir en los mismos errores o para rescatar olvidados valores. Pero no veo que sea tal el esfuerzo por rescatar los acontecimientos y por ello, a pesar de los buenos propósitos y de las excelentes intenciones que todos tenemos y mostramos en estos dí­as, pasada la fiesta volvemos al mismo ritmo, a las mismas andanzas y a continuar con esa cotidianidad que nos destruye porque es signo de caminar sin avanzar, de trabajar sin prosperar, de vivir sin construir ciudadaní­a.

Obviamente vale la pena reflexionar sobre los acontecimientos y valdrí­a la pena que tratáramos de darles una interpretación más concreta y precisa de los hechos. Y no sólo en el plano nacional sino en el plano mundial, puesto que hechos de última hora como el ajusticiamiento de Saddam Hussein obligan a pensar en valores como la justicia, el ejercicio del poder, la correlación entre paí­ses grandes y pequeños.

Debates como el que ahora vemos por el tema de Pavón tienen que ser útiles para construir una sociedad en la que todos aprendamos a respetar la ley, a buscar el castigo de los criminales pero dentro del marco de la legislación y observando y acatando elementales normas universales sobre la forma en que se tiene que comportar la autoridad.

Guatemala es un paí­s que tiene acumulados retos por delante y agrada ver que el Presidente habla de revivir el esfuerzo por reformar la Constitución para hacer de los acuerdos de paz parte de nuestro ordenamiento, aunque falta por ver si la población entiende el proceso y asume como suyo el desafí­o.

Pero en el fondo lo más importante es entender que es cuestión de actitud y que si de algo vale la fecha es para pensar en los compromisos de futuro. El simple hecho de que nos impongamos propósitos y pensemos en desafí­os es ya importante porque nos obliga a pensar en lo que hacemos, lo que tenemos y todo aquello que debemos cambiar, en lo que requiere de nosotros una actitud diferente. Que los propósitos duren y que los cambios lleguen no es tan fácil, pero al menos ahora, en estos momentos previos al inicio del año, vale la pena dedicar el tiempo a pensar y reflexionar sobre lo que queremos y cómo lo queremos. Y estoy seguro que todos queremos ante todo un paí­s próspero y eso sólo lo podemos lograr a punta de trabajo y compromiso.