La televisión sintió la amenaza de Internet


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Empezó como un simple distribuidor por correo de DVDs, pero ahora está decidida a cambiar el consumo tradicional de televisión: Netflix, la compañía que ofrece series y películas para ver en «streaming», es la gran triunfadora de un año 2013 que dejó una producción de culto, «Breaking Bad».

Por Daniel García Marco Miami / Agencia dpa

Consumir televisión cómo, cuándo y dónde uno quiera. Eso es lo que ofrece Netflix por un reducido precio mensual, amenazando la tradicional dictadura que imponen las cadenas al programar un día y a una hora precisa un evento para reunir frente al televisor a millones de personas.

«Bienvenidos a la gran noche de la televisión. Para los más jóvenes: la televisión es lo que ven en sus teléfonos», dijo en septiembre el conductor de la gala de los premios Emmy, Neil Patrick Harris.

Netflix, con 40 millones de suscriptores en todo el mundo, no sólo ha revolucionado la forma de ver televisión -en una pantalla de PC, en una tableta o un smartphone-, sino que está dispuesto a competir con los grandes generadores de contenido con series propias concebidas sólo para Internet como «House of Cards», ganadora de tres premios Emmy -dos de ellos menores- y el programa más visto en «streaming» (sin necesidad de descargarla) en Estados Unidos y en otros 40 países.

El thriller político dirigido por David Fincher y protagonizado por Kevin Spacey ha sido uno de los éxitos de 2013, una apuesta casi segura de Netflix, que conoce perfectamente los gustos de su audiencia, de la que analiza qué ve, cuándo, en qué dispositivo y hasta cuándo rebobina o avanza.

Tal era la confianza en «House of Cards» que la segunda temporada ya estaba decidida de antemano y los 13 episodios de la primera estuvieron disponibles desde el primer día. Millones de personas ven una misma serie, pero a diferencia de antes, ahora cada uno lo hace a su ritmo. Nada de esperar una semana a ver el siguiente episodio. ¿Y por qué no verlo dos o más veces seguidas?

«Los hábitos han cambiado. No creo que la gente quiera extender una serie durante seis meses, sino que prefiere que le dure seis días», dijo a la revista «Newsweek» Eli Roth, que está adaptando una novela para convertirla en una serie de terror para Netflix.

El género del miedo ha renacido en 2013 con estrenos como la «precuela» de «Psicosis» –»Bates Motel»-, la revisión del caníbal Lecter –»Hannibal»- o la premiada y ya de culto «American Horror Story», que en 2014 estrenará su cuarta temporada.

También está siendo un éxito la comedia «Orange is the New Black», otra serie propia de Netflix, que no se somete a los tradicionales datos de audiencia por lo que hay que fiarse de su palabra y de las menciones en las redes sociales y en los medios tradicionales: «House of Cards» fue portada de «The New York Times» y de «Los Angeles Times».

La televisión tradicional está en apuros. Sus estrenos de 2013 no han funcionado, con excepciones como «The Blacklist» o la conversión en serie de la película «Sleepy Hollow». Al menos «NCIS», «The Big Bang Theory», «Modern Family» o «How I Met Your Mother» siguen atrayendo a la audiencia en las cadenas generalistas.

En las de pago siguen destacando «The Walking Dead» y «Game of Thrones», mientras cae la adoración hacia «Homeland».

Pero el mayor impacto televisivo del año fue «Breaking Bad», cuyo final tras cinco temporadas congregó en Estados Unidos la noche del 29 de septiembre a 10,3 millones de personas. Muchos más lo vieron seguramente horas y días después en Netflix. Otros tantos lo harán los próximos meses o años en Internet.

La ganadora del Emmy a la mejor serie dramática registró durante los 75 minutos de duración del último episodio 1.24 millones de tuits de más de 600 mil  usuarios de Twitter, nada que ver con el descafeinado final de «Dexter» tras ocho años de emisión.

Las aventuras de Walter White, el anodino profesor de química enfermo de cáncer que se convierte en un cruento señor de la droga, quedarán ya en la historia de la mejor televisión junto a «The Sopranos», «The Wire» y pocas más, un hito en una época de audiencias atomizadas y cada vez más libres para ver lo que quieran, cuando quieran, como quieran y donde quieran.