Es en contraposición con quienes salen cotidiana u ocasionalmente en la televisión, en programas de este tipo, la mayorí­a son concursantes de «algo». Son gente de la calle, de a pie, que buscan ganar dinero o fama con su participación en algún programa en los que tiene que someterse a algún tipo de prueba. A veces, éstas son indignantes… pero todo sea por el dinero y en muchos casos es una gran cantidad.

La mayorí­a de estos programas televisivos, caen en el formato de los ya tradicionales Reality Shows… que precisamente presentan situaciones incómodas para los participantes, en algunos casos hasta dramáticas. Y en todos los casos, son explotadas las enormes capacidades emocionales del concurso o de la realidad construida para el efecto, en el marco de una constante vigilancia por medio de cámaras de TV que han sido colocadas en lugares estratégicos.

En muchos casos, estos Reality Shows no son nada espontáneos, y se viene criticando que los participantes, posan o actúan ante las cámaras, pese a que no son actores profesionales, para lograr mayor impacto entre la audiencia. Lógicamente, la competencia es uno de los mayores incentivos que explota el programa que, en la mayorí­a de los casos, es filmado en un momento y luego manipulado con gran capacidad por parte de los productores o bien, es transmitido en vivo y en directo tal cual se está viviendo por los participantes.

Algunos de sus formatos más exitosos son: los sobrevivientes, la academia de canto y baile, el soltero y la soltera codiciada, cambio de imagen, la modelo y un largo etcétera. ¿Pero a qué genero pertenece esta realidad de seres anónimos televisados? Es un poco de todo: es espectacular, como todo en la televisión últimamente; es un poco ficción y un poco realidad; un poco virtualidad, un poco concurso y un poco informativa… por eso es un nuevo género que ha venido, al parecer, a quedarse entre los distintos grupos de programas de la «cajita boba» que nos entretiene y supuestamente nos informa. Y lo que es más: es un fenómeno mundial. Hoy casi todo tiene que ver con esos Reality Shows.

En España, Argentina y Chile las crí­ticas son sumamente fuertes, al grado de denominarlos Telebasura, porque son de muy bajo costo, arman siempre gran escándalo, lo que implica altos niveles de audiencia y les critican porque crean paraí­sos artificiales, para que los vivamos los espectadores, espacios que no son nada reales pero bajo la apariencia de Telerrealidad.

En este esquema de TV, todo lo aparente, lo virtual y lo simulado sustituye a la realidad; en tanto que la vejez, todo lo marginal y la exclusión en general, es dejado por completo de lado. Los semiólogos más connotados la han denominado la neotelevisión, porque forma parte de esa sociedad del espectáculo que padecemos en ese posmodernismo, en el que todo es factible de transmitirlo por esa clase de televisión del siglo XXI. Hoy gran parte de la realidad está hecha para ser exhibida. ¿Quién modelizó la muerte de Rodrigo Rosenberg? Analí­celo despacio y compare con todo lo expuesto en esta ocasión.