La tapa al pomo


El deterioro de la imagen del Congreso de la República ha sido acelerado en los últimos dí­as pero los diputados parecen no enterarse del asunto porque ayer, al propiciar un escandaloso conato de bronca, hicieron algo así­ como ponerle la tapa al pomo, echando por la borda cualquier esfuerzo que se haga por rescatar en algo la institucionalidad. Mientras el Presidente en funciones del Congreso y miembros de la directiva anunciaban acciones positivas, como el abandono del negocio de la construcción de un complejo de edificios y la revisión del llamado instituto Meyer para la «capacitación» de los diputados, los representantes en el pleno actuaban como patojos pleitistas apuntalando las tesis que cada vez más aumentan a favor no sólo de una depuración sino de una drástica reducción del número de diputados.


El deterioro de la institucionalidad democrática en el paí­s es incontenible y así­ como algunos polí­ticos ahora se disfrazan con piel de oveja y declaran que hay que limpiar al paí­s de la «actual» clase polí­tica, la población por su cuenta piensa lo mismo pero sin llevar agua a molinos televangélicos. No es insensato ni exagerado pensar que la gobernabilidad está siendo puesta en alto riesgo por los escándalos que se suceden y que enlodan la imagen de todo lo que huele a polí­tica, tanto así­ como que se le perdona a la Caja de Pandora, que ya no Casa de Bolsa, la cantidad de sorpresas que nos ha ofrecido como seña de cuán poco ética es su actitud.

Es evidente que para muchos agentes de comercio del sector privado el pago de mordidas es absolutamente normal y les basta llamarlas «comisiones» para que todo quede como la cosa más natural del mundo. Las empresas creen no incurrir en violaciones a la ética cuando depositan en cuentas de polí­ticos el pago de comisiones relacionadas, obviamente, con la facilidad que les ofrecen para hacer negocios con los dineros públicos. Inversionistas que han colocado dinero en la casa de bolsa involucrada en los escándalos, entre ellos algunos diputados, saben que están recibiendo hasta dos por ciento mensual de intereses por sus inversiones y el Congreso, en cambio, recibí­a menos del diez por ciento anual, es decir menos de la mitad de lo que se paga a particulares, lo que explica la facilidad para emitir cheques con jugosas mordidas.

Lo del pleito de ayer es quizá lo menos relevante de todo lo que ha salido y de lo que aún falta, pero muestra la falta de madurez y de visión de los diputados porque ahora más que nunca debieran guardar elemental compostura para no seguir alimentando el escándalo público. Está visto su cinismo y que nada les importa su propio prestigio, pero hay que pensar en la institucionalidad y siquiera por ello debieran mostrar algún recato.