La sostenibilidad de los programas


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El día de ayer dio inicio el programa de Mi Bolsa Segura, dentro del cual se entregaron alrededor de 3 mil bolsas a los primeros beneficiarios, y el 30 de abril pasado se dio inicio a la entrega de las remesas condicionadas, denominadas por el actual gobierno como Mi Bono Seguro.

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt


Ahora que ya han dado inicio dos de los programas medulares para el combate a las condiciones de pobreza y pobreza extrema en el país, vale la pena hacer un llamado para que, ahora sí y con transparencia, los programas sean paliativos mientras se diseñan políticas de largo plazo, que permitan a los beneficiarios sustituir la ayuda estatal por algo sostenible y constante.
Hay mucha gente que dice que es necesario enseñar a pescar y no dar pescado, criterio que no comparto del todo, porque a mi juicio una cosa no es excluyente de la otra. No podemos ignorar las necesidades actuales de nuestra gente, lo que hace necesario que ahora se entreguen paliativos, así como tampoco podemos dejar de pensar en el largo plazo para hacerlos independientes a los paliativos.
El Presidente, lo tenía muy claro en febrero del año pasado, cuando en LH Política dijo: “Nuestro compromiso será apoyar a familias y personas vinculadas a su entorno, evitando al asistencialismo y la dependencia en el largo plazo”, agregando que los programas sociales deben sobrepasar un período de Gobierno, buscando la continuidad de los mismos.
Por tanto, creo que es importante empezar a conocer  y debatir acerca de esas políticas trazadas por el Gobierno para que los programas den paso a herramientas independientes de la ayuda estatal, por medio de las cuales las familias y sus miembros, puedan desarrollarse de manera plena e íntegra de cara al futuro.
Hoy, unas de las condiciones de los programas radican en que las familias envíen a los niños a las escuelas, que asistan de manera preventiva a los centros de salud y que las madres asistan a capacitaciones tales como repostería, enfermería y valores de familia. 
Para lograr los efectos de los programas, la calidad y accesibilidad a la educación es vital. Se deben mantener los esfuerzos para elevar la calidad estudiantil, a pesar de las objeciones, así como mejorar los centros de estudios, con el afán que las familias que envíen a sus hijos a la escuela puedan recibir una formación que dé las chances mínimas de superación y siente las bases para una educación superior.
Qué decir del sistema de salud. Es vital, como he mencionado en diversas ocasiones, realizar una reforma al sistema para que en realidad la prevención dé lugar a mejor calidad en la salud de los guatemaltecos. El problema para el Gobierno, es que además de voluntad, se necesita tiempo para ir sentando las bases y lo que menos se tiene es precisamente eso.
Para que un niño de 6 años, que ojalá haya tenido nutrición, se eduque y tenga posibilidades de romper el ciclo de pobreza que afecta a su familia, deben pasar al menos 15 años, si bien le va, para que pueda empezar a poner en práctica muchos de los conocimientos adquiridos y ello le permita acceder a mejores empleos y oportunidades que contribuyan a la economía familiar de una manera diferente.
Por tanto, es importante concentrarnos en las cualidades actuales de muchos guatemaltecos debido a que es vital tecnificarlos y capacitarlos en sus virtudes, para que a través de programas estatales que garanticen acceso a créditos baratos, puedan éstos estructurar sus sueños en forma de negocios que les permitan sostenibilidad y futuro, adquiriendo además una obligación de re pago para que del mismo cuero salgan las correas para más gente.
Por tanto, creo vital, dedicar buena parte del debate nacional a esas formas en que el Gobierno pretende hacer sostenibles los esfuerzos sociales, además de transparentes en su totalidad, ya que solo con ello y otros componentes, podremos algún día romper el ciclo de la pobreza a la que están sujetas miles de nuestras familias.