Es cínica, sí. Porque es inoportuna y porque sólo refleja la inconsciencia que existe en nuestro mandatario en relación al desgobierno que impera. ¿Por qué tiene que reír frente a las cámaras cuando, para justificar la incapacidad de su gobierno, se queja y echa la culpa de todo lo negativo que acontece en nuestra patria, a los que estuvieron antes que él, así como a la mal llamada oposición?
Es la sonrisa de la inconsistencia, de la demagogia y de la incapacidad. La sonrisa de quien de antemano sabía de la imposibilidad de sus pírricos proyectos y de la improvisación en los temas y sectores que más urgen soluciones inmediatas e «integrales». ¿O es que, el dolor ajeno y de personas humildes (choferes, obreros, niños de la calle, etc.) puede ser causa de risa, mientras el dolor de gente influyente, o como se acostumbra a decir ahora, de perfil alto o, en otros casos, de alto impacto, puede ser causa de gesto contrario?
Después de las palabras y de los discursos vacíos; después de las actitudes politiqueras y circenses; después de las poses rebuscadas e hipócritas, sólo queda la sonrisa, esa sonrisa que mal simula candidez y falsa seguridad, en momentos en que el país necesita de la más comprometida seriedad para un intento responsable de salvación con dignidad. Pero lo que queda es la sonrisa. La sonrisa de Pilatos. La sonrisa cínica que pretende tapar la realidad con papel celofán o con el velo de la ignominia. La sonrisa como último recurso para desviar la atención y para refugiarse ante la opinión pública e internacional.
¿Y qué es la sonrisa sino gesto? Gesto, en este caso, de debilidad, de incapacidad y de indolencia. Guatemala necesita más que gestos; más que sonrisitas aguadas de «aquí no pasa nada»; necesita actitudes verdaderamente consecuentes con el momento que vivimos. No podemos pasar nuestro tiempo hablando y homenajeando a líderes del pasado; el mejor homenaje es continuar con sus luchas que trascendieron las poses y los gestos politiqueros.
Si bien el hombre es el único animal que ríe, no puede reír de todo y por todo, menos de aquello que por sus implicaciones debe ser objeto de tratamiento serio, como en nuestro caso lo es la inseguridad y la violencia. De por medio está la propia sobrevivencia del Estado y el bienestar de quienes lo conformamos. Los gestos dicen más que las palabras, y en ese sentido, la cínica sonrisa del Sr. Presidente deja mucho que desear. Pareciera que su gobierno y él, al frente, serán un simple gesto irónico, una sonrisa cínica, en la historia de nuestra querida Patria. O, al caso, y aun menos, un intento de cinismo y mala ironía. Aun es tiempo de salvar lo que la historia reclama.