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Actualmente todo se puede falsificar. La sonrisa también.
Se falsifica la sonrisa cuando nos burlamos del prójimo que cae en ridículo.
Es falsa la sonrisa cuando se emplea para desvirtuar las buenas intensiones de los demás.
Lo es también la sonrisa despectiva con que se hiere a las personas cuando nos resultan antipáticas.
La sonrisa humillante cuando pretendemos despreciar a los demás.
La sonrisa hipócrita cuando se trata de disimular un preceder indebido o una doble intención.
La sonrisa seductora capaz de cegar, de desquiciar al más equilibrado arrastrándolo al fango y a la deshonra.
La sonrisa superficial cuando se finge un afecto tratando de obtener algo a cambio.
En todos estos casos, amigo mío, es mejor no sonreír.
La sonrisa si es fingida, hace más
daño que la indiferencia.