El devastador terremoto que la semana pasada estremeció al territorio de Haití dejando una estela impresionante de destrucción, dolor, muerte y desolación, es considerado el peor desastre dentro del sistema de las Naciones Unidas. Es una tragedia que agobia a miles de personas. Aunque hay mucha confusión sobre los datos de las víctimas, se estima que el total fluctúa entre 80 a 100 mil muertos y probablemente más, pues hay muchos desaparecidos que podrían estar bajo los escombros de los edificios y casas que se desplomaron.
En esta hora de dura prueba para este empobrecido país que es considerado el más miserable del continente americano con una población de alrededor de 10 millones de habitantes, una esperanza de vida de 52 años y una tasa de analfabetismo del 52 por ciento, la conciencia del mundo parece haber despertado enviando alguna ayuda para mitigar el dolor que sufren sus habitantes, muchos de los cuales carecen de agua, alimentos y medicinas.
Sin embargo, hay que tener presente que las «ayudas» de los países ricos son una falacia pues son éstos los que han tenido sometida a la nación haitiana a un proceso de explotación y saqueo de sus riquezas. Durante la tenebrosa dictadura de más de 30 años de Duvalier, el pueblo se moría de hambre mientras los grandes estados capitalistas como Estados Unidos, Francia e Inglaterra en contubernio con los poderosos locales «chupaban» la economía.
Antes que cínicas muestras de caridad, los países ricos deben condonar la deuda externa de Haití estimada en 2 mil doscientos millones de dólares, pues la misma es una sangría permanente para sus habitantes.
Dentro de las expresiones de sincera solidaridad internacional, sobresale el espíritu generoso del pueblo de Cuba que en pocas horas, antes que los demás países, movilizó sus primeras brigadas de ayuda para los haitianos. La acción oportuna de los médicos cubanos ha permitido salvar muchas vidas. Lo admirable de este gesto humanitario es que Cuba es una nación pobre acosada durante varias décadas por el injusto bloqueo económico impuesto por los sucesivos gobiernos de Estados Unidos.
Estas primeras brigadas fueron integradas con 60 médicos, paramédicos y otros profesionales de la salud. Llegaron a Puerto Príncipe con medicamentos, avituallamientos, bolsas de suero y de plasma, sumándose a los 400 colaboradores cubanos que desde hace tiempo ya cumplían una misión gratuita en Haití .El gobierno de Cuba anunció que cuenta con la infraestructura médica necesaria en Haití para socorrer a las víctimas, por lo que los médicos de otras naciones, incluidos los estadounidenses, la pueden usar y de esta manera salvar más vidas humanas.