La sobrevaloración moral


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Parece que ya nos acostumbramos a la corrupción de los empleados públicos quienes utilizan todos los medios conocidos para robar al erario nacional, incluyendo a alcaldes y empleados menores. Uno de esos medios es el sobrevalorar compras de bienes y/o servicios: pero dejamos por un lado algo tan nefasto y nocivo como este delito: la sobrevaloración moral que también nos acostumbramos a hacer para ponderar los supuestos valores de los funcionarios públicos o privados.

Héctor Luna Troccoli


Es fácil decir: el Presidente es muy honrado; la vicepresidenta es honestísima; los ministros, diputados, jueces, directores generales, etcétera son íntegros, rectos, verticales…, Y terminamos con una frase risible: “yo metería las manos al fuego por ellos o ellas”, aunque estén procesados o al menos señalados por los medios de comunicación de efectuar negocios ilícitos.

A las personas buenas  es difícil que se les elogie, al contrario, se les estigmatiza, pero a los malos, los criminales visibles o escondidos, son objeto de elogios sin fin, principalmente de los aduladores que abundan. Sobrevaloramos a guatemaltecos mafiosos y desmerecemos a los honestos. Somos la antítesis de la justicia y los adalides de la falacia.

Con facilidad lanzamos elogios a jueces o magistrados venales, alcaldes corruptos, ministros ladrones y empresarios privados que practican la colusión y el cohecho.

Los valores éticos y morales son más sagrados que los bienes terrenales de los que se apropian mediante contratos abiertos, burlas a la ley de contrataciones, obras y empresas fantasmas, aquellos que ejercen el poder público y los que lo disfrutan.

Debíamos ser cautelosos en los elogios para quien se dice honrado, pero NO lo demuestra y centrarnos más en la ética que estos valores inspiran, que en las adulaciones hipócritas y rastreras.

Por mi mente, al escribir esto, pasan rostros de alcaldes, directores, policías, maestros, jueces, oficiales de juzgados, magistrados, presidentes, vicepresidentes y tantos más que forman parte de la galería de la corrupción y que sin embargo, son venerados y aclamados por perros de la jauría que mendiga un hueso. Sobrevalorar la honestidad en personas que carecen de ella es un atentado contra la integridad de la moral que se supone tenemos la mayoría.

La sobrevaloración de bienes para conseguir dinero fácil del erario nacional es solo una de tantas cosas. Hay quienes, en menos de dos años, ya han construido, con sus ahorros, centros comerciales o colonias de sociedades anónimas fantasmas, gracias al dinero que roban de nuestras arcas. Y así seguiremos.

TRIBUNAL DE DESHONOR. Violación a la Constitución, abuso de autoridad, extralimitación de funciones, son algunos de los delitos del tribunal de deshonor del CANG. Ojalá el MP los enjuicie.