La soberaní­a territorial de Guatemala debe defenderse


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Recientemente en el periódico Prensa Libre de 24 de octubre de 2011 se publicó una investigación del periodista Juan Manuel Castillo Zamora en la que se denuncia que en la frontera con México, en el vértice con Campeche hacia el vértice Aguas Turbias, las autoridades mexicanas movieron los monumentos, de donde resulta que Guatemala pierde 2,908.67 metros de territorio, alteración fronteriza realizada por la Comisión Internacional de Lí­mites y Agua -CILA- Sección México. Guatemala y México definieron sus fronteras el 27 de septiembre de 1882 mediante el tratado de lí­mites Herrera-Mariscal.

J. Roberto Bermejo G.*

 


La definición de los lí­mites el Tratado lo refirió al trabajo de una comisión especí­fica y para tales efectos se integró la Comisión Internacional de Lí­mites y Aguas -CILA- con una sección por Guatemala y otra por México.  Los monumentos se edificaron entre 1884 y febrero de 1889 y años después se constató que varios se habí­an destruido y la Comisión de Limites decidió que Guatemala levantara unos y México otros.  Aquí­ surgió el problema, porque México levantó unos monumentos en lugar distinto a su posición original, lo que motivó que la CILA sección Guatemala, entre 1993-2002, detectara tal situación y fue hasta en mayo de 2006 que en una reunión  binacional México propuso a Guatemala que se aceptara la ubicación de los monumentos que ellos habí­an colocado, lo que la CILA Sección Guatemala rechazó.  El tema Guatemala lo ha planteado en diversas instancias y no se ha encontrado solución alguna porque México insiste en que no ha hecho alteración alguna. México  a través de su Embajador en Guatemala ha manifestado que en esa área no hay problema alguno, pero a criterio de la Comisión de Lí­mites y Aguas –CILA- Sección Guatemala sí­ existe una diferencia a la que quizás por parte de Guatemala no se le ha puesto la debida atención, en atención al tiempo transcurrido.  Si por una indiferencia o desatención Guatemala está en peligro de perder definitivamente  2,908.67 metros cuadrados de territorio, serí­a conveniente que la nueva administración que asumirá la dirección del Ministerio de Relaciones Exteriores el 14 de enero de 2012 le ponga atención a este asunto, a efecto de solucionarlo en la forma pací­fica que corresponde, porque ya basta que por indolencia Guatemala esté perdiendo áreas que son parte legí­tima de su territorio.

Otro caso importante que debe atender el nuevo gobierno es lo referente a Belice.  El autor de este comentario fue Vicepresidente de la Delegación de Guatemala en la negociación con Belice, antes del reconocimiento de Belice como Estado independiente realizado por el Gobierno del presidente Jorge Serrano Elí­as.  Después de esta infortunada acción polí­tica se realizó otra también de muy graves consecuencias durante el perí­odo en que Eduardo Stein fue ministro de Relaciones Exteriores.  Todo esto sumado a algunos graves errores en polí­tica exterior en el perí­odo de Gobierno del General Jorge Ubico.  Todo lo anterior confirma un panorama delicado frente al convenio firmado con Belice de someter el diferendo a la Corte Internacional de Justicia.  Guatemala erogó una importante cantidad de millones de quetzales para preparar el caso, habiendo trascendido por informaciones de prensa que prácticamente se han consumido en sueldos.  Sobre los preparativos de Belice para realizar la Consulta Popular no se tienen mayores informaciones, pero es de suponer que en el ambiente polí­tico de Belice ha de estar presente que su Constitución Polí­tica afirmó como su territorio el que actualmente ocupa y eso es un serio obstáculo para la solución del diferendo y para un eventual fallo favorable a Guatemala.  Serí­a, además, un serio obstáculo polí­tico de cara a una eventual negociación de Estado a Estado sobre el territorio que ocupa el Estado de Belice.  La polí­tica exterior de Guatemala sobre este caso debe ser profundamente meditada y el sometimiento del caso a una sentencia de la Corte Internacional de Justicia debe merecer una especial preocupación jurí­dica y polí­tica sobre el resultado que pueda darse.

*Doctor en Derecho Internacional