No sé por qué ver a los Maestros de la Sinfónica frente a la sede del poder trivial guatemalteco representado por el Congreso de la República, me recuerda los preludios de aquellas famosas historietas, tildadas, en el mundo del cine y la literatura, de: “distópicas” por representar “antiutopías”; es decir, el advenimiento de sociedades perversas en donde el devenir ocurre a contrapelo de las “utopías sociales”, cargadas de idealismos y de búsqueda de dignidad humana.
En las historias de ciencia ficción “distópicas”, lo antiético es lo que priva, aparte de un tremendo desorden y caos, y la ley del “sálvese quien pueda”; es decir un “bullying social” de amplias dimensiones en donde la fuerza y la astucia superan a la inteligencia y el Estado de Derecho, siendo todo ello un caldo de cultivo para el advenimiento de líderes despóticos y demagógicos.
Luego de la caída del “Socialismo Real”, las nuevas distopías vienen del mundo del “ciberpunk”, el cual se encuentra dominado por las poderosas corporaciones, y en donde los recursos y la población están en franca competencia, generando así una imaginación que raya en la ciencia ficción apocalíptica, en donde cada quien vela por el derecho de su nariz, y como los recursos suelen ser escasos, la violencia está a la orden del día.
¿Qué tiene que ver esto con la Sinfónica? Pues mucho. Resulta ser que el Director de la Sinfónica manifiesta en televisión que él y su grupo ya han presentado iniciativa de ley para emular a los gamonales del deporte que no sólo se han reservado un porcentaje interesante de los impuestos nuestros, sino a la vez fueron tan hábiles de pasar por el Congreso una Ley del Deporte, complicada como ella sola, que no se cumple ni por asomo, pero que prohíbe cosas como “financiar maestros de educación física con recursos del aporte constitucional al deporte y la recreación”. Ello quiere decir así, que tal ley le quita al gasto en educación general para también dedicarlo a la Educación Física, que si bien necesaria, no florece porque para ser buenos deportistas hay muchos temas previos por resolver.
Pero lo preocupante es que nuestros constituyentes y nuestra clase política nos ha dejado un “efecto de mimetismo”, en el cual todos queremos emular al deporte: las balletistas, los bomberos, las clínicas que reparan riñones o rodillas, los pequeños productores forestales. Y no digamos ahora los fondos para la “Agricultura Excedentaria Campesina” (¿cuál me pregunto yo, si el campesino es rara vez excedentario!!!!!), los expatrulleros de la defensa civil, los adultos mayores, y en fin un tremendo “Ejército de Reserva”, de agrupaciones y casos que ameritarían un libro del tamaño de la guía telefónica para listarlo.
En el medio todos padecemos de falta de visión panorámica. En primer lugar somos extremadamente miopes y carecemos por completo de cultura financiera. No nos importa de dónde salen los recursos, mas sí “legalizarlos” para usufructuarlos por medio de ONG, sociedades anónimas, y demás.
El deporte de moda hoy en día es el asalto al fisco y la legalización de la asignación. No nos damos cuenta que ese juego de arremolinarse en la cola de la pedidera de pisto, no alcanzará para todos los compartimentos estancos que componen las necesidades de la vida humana y de que hay que darle un viraje radical a esas formas miopes y egoístas de ver las cosas