La sensatez de don Pedro Bal Cumes


Con meridiana claridad, el columnista Milton Alfredo Torres Valenzuela, de La Hora, indicó que la UNE podrí­a llenar el vací­o de la quisquillosa izquierda; mientras que don Pedro Bal Cumes, dirigente del Movimiento Cí­vico Intercultural, sugirió que el próximo gobierno debe priorizar el combate a la pobreza, que agobia a más del 51 % de la población.

Eduardo Villatoro

No repetiré los argumentos de Torres Valenzuela, al margen de que es obvio que al realizarse la segunda vuelta electoral, la propuesta de la UNE, aunque lejos de plantear un programa de contundente orientación socialdemócrata, en su sentido estricto, sí­ reflejaba de forma somera y muy distante las lejanas aspiraciones de los grupos progresistas, ante el desdén de columnistas que, como yo, sustentamos pensamientos de izquierda democrática.

Por el otro lado, es innegable que sólo la presencia del general Otto Pérez a la cabeza del Partido Patriota y sus insustanciales y reiterativas consignas de encarar la violencia común y la delincuencia mediante la sistemática, nefasta y aislada represión, ubicaba en la extrema derecha su candidatura presidencial, atendiendo las ansias de garantí­as sin prevención, de parte de sectores urbanos, especialmente de la capital y el área metropolitana, generalmente conservadores, hartos de la impunidad y razonablemente ávidos de seguridad pública y privada, pese a que la mano dura no ofreciera complementos sociales a la áspera oferta de la fuerza como único mecanismo de defensa ante el crimen desatado.

Lo que más me llama la atención de los argumentos del señor Bal Cumes ?y que confí­o en que lo tome en consideración el futuro gobernante, sus colaboradores más cercanos y la licenciada Sandra Torres de Colom? es cuando se refiere a las exigencias de fuerzas rurales hostiles durante la guerra interna, y, por supuesto, ideológicamente opuestas aún después de firmados los Acuerdos de Paz, respecto al pago en efectivo a los ex integrantes de las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) y al resarcimiento, también en metálico, a los sobrevivientes de las ví­ctimas del enfrentamiento armado.

En este caso, sí­ opto por repetir, aunque no literalmente, los comedidos conceptos de don Pedro, en vista de la certeza de su razonamiento, al indicar que en vez de entregarles (a los ex PAC y a las familias de las ví­ctimas de la guerra interna) dinero en efectivo, que, a la postre, se convierte en pequeñas cantidades que no les solucionan sus problemas económicos; el futuro gobierno debiera financiar programas de desarrollo en sus comunidades, de manera que los grupos afectados puedan convertirse en autosostenibles, y, de esa forma, se les garantizarí­a trabajo para el resto de sus vidas, en la relatividad de los hechos.

Palabras sensatas y ajenas a subterfugios polí­ticos y a sabihondas lucubraciones académicas.

(El raterillo Romualdo Pelado, navaja en mano, conmina a su ví­ctima: -¡Esto es un asalto, dame todo tu pisto! El asaltado replica: -Vos no sabés que quién te estás metiendo -¡Soy un funcionario muy influyente! El aprendiz de delincuente repone: -En ese caso ¡devolvé toda la plata que nos has estado weviando).