La segunda venida de Jesús… ¿en Siberia?


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«Visarion el Profesor», un ex agente de tránsito, que luce barba oscura y cabello largo, se autoproclamó reencarnación de Jesús y se instaló en una nueva Tierra Santa, en un lugar aislado de Siberia, junto a sus fieles.


Una antigua capilla en la villa de Petropavlovka, en Siberia, es la sede elegida por Visarion para fundar su Nueva Jerusalén. FOTO LA HORA AFP ALEXANDER NEMENOV

Este hombre, que según él se supo hijo de Dios hace 20 años, atraviesa la masa de fieles que se congregaron en Petropavlovka, un pueblo de la región de Krasnoiarsk, para ver a su salvador, que se dirige a ellos.

«Â¡Es el amor en la Tierra! ¿Lo sentí­s?, grita un hombre ante la masa de miles de peregrinos venidos este 18 de agosto, una fecha célebre cada año en recuerdo del primer sermón de Visarion, que en realidad se llama Serguei Torop.

Los 4 mil fieles, que según ellos viven en comunión con la naturaleza, rechazando sobre todo la carne, el alcohol y el tabaco, se ven como una nueva arca de Noé, ya que están convencidos que el hombre está destruyendo el planeta y que Petropavlovka, el centro de la Tierra, se salvará del desastre.

«Siento que la energí­a aquí­ será suficiente para salvar al planeta del cataclismo», explica Irina Besseda, de 38 años.

Visarion, quien afirma que se dio cuenta de que era Jesús al sentir que «algo violento surgí­a» en su interior en 1989, es menos optimista: seguro de que la catástrofe es inevitable, su modesto objetivo es evitar la extinción de la especie humana.

«El hombre se acerca cada vez más a su destrucción. Será muy desagradable y trágico, habrá mucho dolor, pero es ineluctable», dice Visarion.

Visarion cambió el calendario para hacerlo empezar en el dí­a de su nacimiento, el 14 de enero de 1961, y sus fieles viven en 1949.

«Tenemos que creer en algo que ayudará a salvar a la Humanidad (…) un arca de Noé», añade el gurú, que cree que la cara del mundo cambiará, pero que Petropavlovka sobrevivirá sin grandes cambios, más allá del clima, que será más suave.

Su Iglesia del íšltimo Testamento, que dice ser una sí­ntesis de las religiones monoteí­stas y del budismo, no recluta fieles sólo en Rusia, sino también en Bielorrusia, Cuba, Italia, Alemania y Bulgaria.

En Europa «hay de todo, cocktails, conciertos, gente interesante (…) es simpático, pero eso no es lo que buscaba mi alma», explica Lineta Maskalinaite, una lituana de 43 años, que hace dos dejó su trabajo en Bruselas.

Los creyentes parecen estar bien instalados, las casas de madera son nuevas y los paneles solares suministran electricidad a los hogares. Pero esta presentación idí­lica deja dubitativo al experto ruso en cultos Alexandre Dvorkin.

«Parecen felices y alegres, como la gente filmada en 1937» durante las purgas estalinistas, ironiza al denunciar la influencia total de Visarion sobre sus fieles.

Aunque ningún problema grave fue detectado últimamente, en los años 90, cuando el culto prohibí­a la medicina moderna a pesar del clima extremo de Siberia, hubo muchas muertes y suicidios.

«Yo era una romántica (…) pero al inicio habí­a muchas muertes, muchos de mis amigos», recuerda Maria Kaprinskaia, una ex adepta reconvertida en periodista en Moscú.

«Su intento de convertirse en Dios fracasó. No es más que un señor feudal con siervos», dice.

Más tarde, Visarion levantó algunas restricciones, sobre todo en relación a la medicina, explica Rachid Rafikov, un responsable gubernamental de Krasnoiarsk.

«Vivir de nueces, bayas y champiñones no es posible», explica, «el culto tiene un verdadero problema para alimentarse sólo con sus huertos».