El templo de la Sagrada Familia, la gran obra del arquitecto catalán Antoni Gaudí, que el papa Benedicto XVI consagrará el domingo, sigue inacabada 128 años después del inicio de su construcción, en la cual se afanan un total de 200 trabajadores en Barcelona.
La primera piedra del emblemático templo barcelonés se colocó el 19 de marzo de 1882 y los trabajos de construcción podrían durar otros 15 años, con el horizonte del año 2026, centenario de la muerte de Gaudí, como fecha para la finalización de las obras.
La atípica iglesia, cuyo primer arquitecto fue Francisco de Paula del Villar y Lozano, antes de traspasar el proyecto de un templo neogótico a Gaudí, será consagrada el próximo domingo por Benedicto XVI durante su visita de dos días a España, que lo llevará a Santiago de Compostela (Galicia, noroeste) el sábado y al día siguiente a Barcelona.
De esta manera, el templo se convertirá en una basílica en la que se podrán oficiar misas.
Gaudí rediseñó los planos iniciales de De Paula con un proyecto más audaz y la construcción pudo comenzar gracias a una importante donación anónima.
El arquitecto catalán, nacido el 25 de junio de 1852 en Reus y emblema del modernismo catalán, dedicó los últimos años de su vida a la construcción de la Sagrada Familia, cuyo nombre oficial es el de «Templo Expiatorio de la Sagrada Familia».
«Envejeceré, pero vendrán otros después de mí», decía Gaudí, que murió el 10 de junio de 1926 atropellado por un tranvía y fue enterrado en la cripta de la iglesia.
Esta cripta fue incendiada al inicio de la Guerra Civil española, en julio de 1936, por unos «revolucionarios» y el incendio destruyó o dañó planos, esbozos y fotos, pero las obras siempre han seguido respetando el proyecto de Gaudí, según la página web de la Sagrada Familia.
Entre sus particularidades, la iglesia cuenta ya con ocho torres, de las 18 que prevé el proyecto final: 12 para los apóstoles, cuatro para los evangelistas, una para Jesús y otra para la Virgen María, de las cuales la más alta tendrá más de 180 metros de alto.
Actualmente, el templo, que se financia con donaciones privadas y los ingresos generados por las entradas, es uno de los monumentos españoles que más visitantes atrae: 2,5 millones por año.
En el interior de la futura basílica de la Sagrada Familia, que consagrará el Papa el domingo, destaca no solamente la espectacularidad de sus dimensiones, sobre todo en altura, sino también la luminosidad.
Una luz lograda con 288 claraboyas hiperbólicas diseñadas por Gaudí, que son uno de los principales focos de atención de arquitectos de todo el mundo por su forma, permite captar el máximo de luz y difundirla al interior desde el amanecer hasta el ocaso.
Entre las naves laterales hay una planta a media altura donde se instala el coro, de 60 metros de altura, con capacidad para más de 600 cantantes.
Durante la ceremonia papal cantarán el orfeón catalán, el coro de la Sagrada Familia y otras corales catalanas, según informó la Conferencia Episcopal.
Las columnas del templo totalizan 52, de 22 tipos diferentes, y el total de columnas derivadas como árboles alcanzan las 408.
El gran número de columnas, que da un aire majestuoso al templo, dificultará la visión de los presentes, por lo cual está prevista la instalación de unas 45 pantallas interiores.
En el ábside, una gran claraboya hiperbólica cubre el espacio central, realizada con bóveda catalana y vidrio veneciano, de colores dorados y azules y que incluye la representación del Padre Eterno, prevista por Gaudí.
El ábside, de más de 75 metros –lo más alto del templo–, permite una importante entrada de luz encima del altar y el presbiterio.
El crucero tiene 60 metros de altura y la longitud de la nave central es de 90 metros.
La construcción de la Sagrada Familia fue decidida en 1866 por Josep María Bocabella, que fundó para ello la Asociación Espiritual de Devotos de San Josep, su promotora inicial.
Tras colocarse la primera piedra, en 1882, se recibió ese año el primer proyecto a cargo del arquitecto Francisco de Paula del Villar, hasta que en 1883 se le dio la dirección a Antoni Gaudí.
La muerte de Gaudí, en 1926, sorprende a las obras ya con un primer campanario, dedicado a San Bernabé, concluido un año antes. En 1930 se terminan los cuatro campanarios de la fachada del Nacimiento, pero en 1936 se registran grandes destrozos en la cripta y en el estudio que fuera de Gaudí a raíz de la Guerra Civil (1936-1939).
En 1940 se restauró la cripta y en 1954 empezaron los trabajos de la fachada de la Pasión, cuyos cuatro campanarios concluyen en 1976.
El primer vitral, dedicado a la Resurrección, concluyó en 2001 y en 2007 se termina el interior de la fachada de la Gloria.
El templo de la Sagrada Familia de Barcelona, el magno proyecto del arquitecto Antoni Gaudí, que el Papa convertirá en basílica el domingo y que está en obras desde hace 128 años, podría concluirse dentro de unos 15 años, siempre con el aporte de anónimos donantes.
«Con el ritmo actual de entradas de visitantes y de donativos, pensamos que es posible que en una fecha que es emblemática, –en 2026, a cien años de la muerte de Gaudi–, podrá estar toda la parte arquitectónica del templo acabada», relata a la AFP, en plena obra, a unos 100 metros de altura, Jordi Faulí, arquitecto adjunto del colosal proyecto.
Puntilloso en sus explicaciones, dotado de gran vocación pedagógica, Faulí explica amablemente y con paciencia que el programa será intenso en los próximos años, después de ser consagrada la Sagrada Familia como basílica por el sumo pontífice.
El «proyecto básico de estas torres es seguir como modelo la sacristía», dice mientras señala las altas columnas sobre el techo de la gran obra. Tras la consagración «se empezarán (…) el altar en la fachada de la Pasión, el porche de 18 columnas y se construirá la gran sala del crucero, base de la torre central», que terminará a unos 180 metros de altura cinco años más tarde.
En la finalización del monumento, que tras consagrarse basílica podrá albergar la eucaristía, trabajan unas 200 personas de ocho oficios diferentes.
«Durante la Primera Guerra Mundial, Gaudí tuvo que salir y dedicar las tardes a ver gente adinerada de Barcelona para pedirles donativos para pagar a los obreros», sonríe el arquitecto bajo su casco obligatorio.
Las obras, que empezaron bajo las órdenes de Gaudí en 1883, quedaron interrumpidas tras su muerte, atropellado por un tranvía en 1926, y después durante la Guerra Civil española, entre 1936 y 1939, cuando se perdieron planos, dibujos y maquetas en un incendio.
El ritmo irregular de las obras se debe también al tipo de financiación que las alimenta: «Desde los años 50 una colecta anual recoge los donativos, pero también el ingreso de los visitantes (12 euros por la entrada, ndr) es un gran aporte», relata Faulí.
«El gran impulso empezó en 1992 (año de los Juegos Olímpicos, ndr) y continuó en el 2002 con el año Gaudí», recordó.
«En los últimos meses hemos notado un aumento de visitantes», probablemente relacionado con el anuncio de la visita papal, añadió.
Como media, 2,5 millones de personas visitan por año esta obra maestra de Gaudí, que quería hacer de la Sagrada Familia «la iglesia del siglo XX y XXI».
Gaudí «nos dijo que seamos fieles a su pensamiento, pero que tengamos la libertad de interpretarlo», destacó el arquitecto jefe, Jordi Bonet, hijo del principal ayudante y discípulo del genial arquitecto y hermano del actual párroco de la Sagrada Familia, rodeado de planos y maquetas en un estudio lleno de polvo por las obras.
«Creo que lo que trae a los turistas y a los ciudadanos de todo el mundo (…) es la obra de Gaudí», explica a la AFP el teniente de alcalde de infraestructuras del Ayuntamiento de Barcelona, Ramón García-Bragado.
«Y lo que se hace ahora no es la obra de Gaudí, es la obra que los seguidores y los arquitectos de hoy interpretan de la obra de Gaudí», según García-Bragado, defensor a ultranza del túnel para el tren de alta velocidad (AVE) cavado junto a los cimientos del templo que finalmente se perforó sin perjuicio para la Sagrada Familia.