La Sagrada Familia


La construcción de un túnel para el tren de alta velocidad (AVE) bajo el monumento más visitado de España y sí­mbolo emblemático de Barcelona, la Sagrada Familia del arquitecto catalán Antoni Gaudí­, hace temblar y movilizó al universo cultural español.


«Creemos que el sentido común va a vencer esta temeridad», comentó Jordi Bonet i Armengol, el arquitecto que supervisa los trabajos de este templo religioso en construcción desde finales del siglo XIX.

Célebre por sus redondeces a 150 metros de altura y por su fachada de la Natividad, este templo modernista de arquitectura neogótica, una de las grandes obras del catalán Antoni Gaudí­, se encuentra en construcción desde que fue instalada la primera piedra en 1882.

Actualmente los obreros se encuentran en plena tarea, en medio de un bosque de andamios, para terminar de cubrir el edificio que podrá albergar celebraciones religiosas recién a partir del 2008.

El conjunto está aún lejos de ser terminado, con la construcción de la fachada de la Gloria, de las sacristí­as, de capillas y de otras torres de un total de 19 que previó Gaudí­.

La finalización del templo de estilo «orgánico», dominado por una evocación permanente del mundo vegetal, esta oficielmente prevista para el 2026, centenario de la muerte de Gaudí­. Pero, teniendo en cuenta la enormidad de los trabajos que quedan por realizar, la inauguración podrí­a ser retrasada hasta el 2030.

«Se trata de una arquitectura totalmente nueva de la que no hay otro ejemplar en le mundo», se congratula Bonet. Este edificio, catalogado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es, con un total de 2,5 millones de visitantes anuales, la principal atracción española, por delante de la Alhambra de Granada o el museo del Prado en Madrid.

Pero un proyecto de ingenieros civiles le quita el sueño al arquitecto Bonet cuya misión es dar según los diseños de Gaudí­ una forma definitiva a este «palacio troglodita».

Un proyecto de túneles para una nueva lí­nea de tren de alta velocidad, que deberá unir la estación terminal de Sants con el TGV francés a través de Gerona, prevé pasar bajo la Sagrada Familia.

Si bien pasará a varias decenas de metros bajo tierra, por debajo del nivel del mar y afectando sólo a un rincón del edificio, este túnel podrí­a poner en peligro al conjunto arquitectónico, sostuvo Bonet.

El arquitecto teme que el túnel provoque «vibraciones», «grietas» en las bóvedas de cemento -material cuya durabilidad aún se conoce mal- o que cause una «inestabilidad en el subsuelo».

«Los ingenieros civiles nos dicen siempre que todo es posible. Decí­an también que el Titanic no se podí­a hundir», ironiza Maria Rosa Suárez Incam, presidenta de Icomos, la ONG especializada en la conservación de los monumentos, que actualmente lucha contra la construcción del túnel.

El presidente del comité encargado de acabar la Sagrada Familia, Joan Rigol i Roig también lucha por la puesta en marcha de un trazado «alternativo».

«Se debe evitar que este proyecto se haga debajo de la Sagrada Familia para evitar riesgos», insiste, pero advierte que si el proyecto se concretara «iniciaremos la ví­a jurí­dica».

El túnel es por ahora un proyecto, no tiene fecha de construcción prevista en el calendario y todaví­a no ha recibido la aprobación del ministerio de Fomento, matizó Adif, la sociedad pública encargada de las infraestructuras ferroviarias españolas.