La Revolución por concluir


Raul_Molina

Hace 70 años, precisamente en junio, se desencadenaron los hechos que terminarían con la gesta revolucionaria del 20 de octubre de 1944. Entonces, al igual que hoy, existía un enorme descontento con el Gobierno, en ese entonces en manos del dictador Ubico, cuyo despotismo se inició, precisamente, con la extensión del período de su mandato.

Raúl Molina


Actualmente, con igual irrespeto por la Constitución y la democracia, el gobernante y sus incondicionales hablan de la reforma constitucional para alargar los años en la presidencia y de “otras reformas” a la Carta Magna, no las que el pueblo quisiera sino que las  que interesan a los “poderosos”, para garantizarse el abuso de poder, los negocios ilícitos y la impunidad.  Hace siete decenios, el equivalente hoy de la vida normal de una persona de la “clase media”, el pueblo se quitó el temor de 14 años de dictadura y salió a las calles a protestar. Lo hizo en unidad de sectores populares, trabajadores y capas medias, para decirle al dictador “¡basta ya!”. La respuesta militar, la usual represión, acabó con la vida ejemplar de María Chinchilla, líder magisterial, al frente de una manifestación el día 25 de junio; pero no detuvo el triunfo de la Revolución del 20 de octubre, que luego estableció esa fecha como “Día del maestro y la maestra”. Conmemoraremos en junio y nada será mejor que salir de nuevo a las calles de la ciudad, encabezados por maestros, maestras, estudiantes secundarios y universitarios, y exigir del Gobierno el respeto pleno de los derechos magisteriales y, en general, los derechos humanos. Tendría que ser una manifestación que repita el “¡basta ya!” a los desaciertos de hoy.

La Revolución de Octubre, que también conmemoraremos con determinación, luego de diez años de fecunda labor fue interrumpida por la intervención de Estados Unidos en 1954. El segundo gobierno de la Revolución, con Jacobo Árbenz al frente, fue derrocado y el tercer gobierno jamás dejaron los “poderosos” que existiera. Se han sucedido siete decenios de contrarrevolución, la afirmación de la “Patria del Criollo”, pese al sacrificio de varias generaciones que no han cesado de luchar de múltiples maneras para recuperar la “Primavera Democrática”. La Revolución no ha podido llegar  a su término, pese a las Jornadas de marzo y abril de 1962, los 36 años de conflicto armado interno y la firma de los Acuerdos de Paz en 1996, seguidos de los 17 años de bochornoso incumplimiento de estos por los regímenes neoliberales y corruptos. Es tiempo de reactivarla, como hacen ya los pueblos indígenas, marginados y discriminados, perseguidos y reprimidos por 490 años (Pedro de Alvarado en 1524), y sometidos al “yugo colonizador”, primero con genocidio y esclavitud, luego en servidumbre feudal, nuevamente genocidio en los 1980s y nuevamente sujetos de rapiña y víctimas de racismo y criminalización en la Guatemala posconflicto. Sin embargo, darle continuidad a la gesta heroica del 44 no es fácil. Los revolucionarios necesitamos romper nuestra apatía, hacer actos de humildad y tolerancia y proceder a la más amplia unidad y solidaridad que se pueda lograr en doce meses. Ese es el reto por delante, que arranca el 25 de junio.