No, Ronaldinho todavía no está acabado: autor del gol contra el Real Madrid (1-1), contra el que se aplicó a fondo el martes en Liga de Campeones, el brasileño va recuperando progresivamente un nivel digno de su talento con la confianza del entrenador Leonardo.
Lo demostró con el penalti que transformó con autoridad ante la portería de Iker Casillas, algunos regates inspirados, una creciente complicidad en el ataque con su compatriota Pato e incluso algo impensable hasta hace unas semanas: balones recuperados en su mitad del terreno.
í‰se es el balance de Dinho, de 29 años, que el pasado domingo ya había dado dos pases decisivos a Marco Borriello en la victoria por 2 a 0 ante el Parma en liga italiana.
El astro brasileño sigue estando muy lejos del momento futbolístico cumbre que alcanzó en sus años de gloria en el FC Barcelona y sin duda nunca volverá a vivirlo. Pero tampoco es ya el de hace apenas unas semanas y eso lo cambia todo para su equipo.
Su primer tramo de la temporada 2009-2010 fue muy mediocre: con sus kilos de más y una gran falta de combatividad, erraba por el terreno de juego cuando no estaba simple y llanamente sentado en el banquillo.
Y lo cierto es que su pronunciado gusto por la vida nocturna no se adecua a las exigencias físicas del fútbol.
En agosto, unos «tifosi», hartos, llegaron a pedirle que se fuera a casa a la una y media de la madrugada, cuando asistía a un concierto cerca de Milán, alegando que tenía que estar en forma para el entrenamiento del día siguiente.
También es cierto que, tras una primera temporada fallida en el club italiano, con la marcha de Kaká al Real Madrid aumentó la presión que recía sobre sus hombros. Y, para colmo, el dueño del club, Silvio Berlusconi, le llamó el «Usain Bolt del fútbol», una comparación tan halagadora como insultante y difícil de asumir.
Pero el interesado no perdió la moral – «siempre está feliz» según Pato – ni la confianza de Leonardo. «Lo juzgo por lo que hace en el terreno de juego», suele ser la respuesta de su compatriota y entrenador.
El técnico, entendiendo que el Balón de Oro 2005 nunca volverá a ser un jugador de «sacrificio» y «combate», cambió de táctica en octubre.
Poniéndolo por la izquierda del ataque, le dio más libertad que en el centro, encargando más las tareas defensivas a Clarence Seedorf, Andrea Pirlo, Massimo Ambrosini o Gennaro Gattuso.
«Tiene que jugar siempre. Y son los demás los que deben correr por él. Y si alguien no quiere hacerlo, que se quede en casa», decía el ex jugador del Milan Dejan Savicevic, en declaraciones a La Gazzetta dello Sport.
Esa nueva posición liberó realmente al brasileño, que está mostrando una cara muy distinta, con mucha más seguridad en sus iniciativas y más implicado en el juego colectivo. «»Dinho» lucha más ahora», se felicita Ambrosini.
«Estoy jugando más que la temporada pasada y las cosas llegan más fácilmente», destaca simplemente el interesado, que en el fondo conserva una mínima esperanza de disputar el Mundial-2010.
«No pienso en nada más que en el Milan. Pienso en hacerlo lo mejor posible. En cuanto a la selección ya veremos», concluye consciente de que aún tiene mucho trabajo por delante teniendo en cuenta la extraordinaria riqueza de la plantilla de la Seleí§ao.