A sus 81 años, Yolanda Chevarría Aguilar no se ha perdido ni una manifestación y desde hace un año, llueva o caliente el sol, acude a la Plaza de la Merced, en el centro histórico de Tegucigalpa, para reclamar la creación de una Asamblea Constituyente para «refundar el país».
«Siempre estamos aquí, exigiendo una refundación del país, la convocatoria a una Asamblea Constituyente. No queremos a los mismos grupos de poder, porque este gobierno es una conformidad del golpe de Estado» que derrocó al ex presidente Manuel Zelaya, dice esta «abuela» de la Plaza de la Merced -copia de la lucha de las Abuelas de la Plaza de Mayo argentina- con pañuelo rojo en la cabeza.
Menuda, costurera de profesión, y un volcán de energía, Yolanda piensa que el próximo paso debería ser empuñar las armas porque con la «revolución pasiva no se ha logrado nada», mientras contempla las 71 cruces blancas de papel colocadas en el suelo e iluminadas por velas, con los nombres de las personas, que según ella, han caído en este primer año de resistencia.
Miles de personas han vuelto a las calles el domingo y sobre todo este lunes en todo el país para protestar por el golpe de Estado, reclamar el regreso desde su exilio en República Dominicana del depuesto presidente Zelaya y convocar a una Asamblea Constituyente.
La plataforma Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), un conglomerado de sindicatos, asociaciones comunitarias y miembros de grupos políticos –incluidos los dos mayoritarios de derecha, que enarbolan sus banderas en las manifestaciones–, se encarga de mantener viva la mecha de la lucha por el cambio.
Heredero de la Resistencia contra el Golpe de Estado que surgió el mismo 28 de junio del 2009, poco después de que los militares sacaran a Zelaya de su casa y en pijama lo enviaran a Costa Rica, el FNRP no ha sido capaz de definir una estrategia política de cara al futuro.
Israel Salinas, de la poderosa Confederación Unitaria de Trabajadores de Honduras (CUTH), explicó a la AFP que se «han hecho análisis y como hay diversidad de grupos, porque es una plataforma de convergencia, todavía no se ha definido un mecanismo», por lo que parece poco probable que se constituya en partido político para concurrir a las próximas elecciones y romper el monopolio del Partido Liberal y el oficialista Partido Nacional, ambos de derecha.
Un manifiesto político divulgado este fin de semana, en el que aboga por la creación de una Asamblea Constituyente, anular las concesiones ilegales para explotar los recursos naturales y crear una red en todo el país, tampoco ayuda a despejar interrogantes.
La Resistencia «confunde a los cuerpos de inteligencia y se vuelve incomprensible para una oligarquía que no es capaz de entender (…) la combinación de sacrificio y esperanza (…) y una visión de un futuro de progreso y bienestar para todos», reza el manifiesto.
Para el diputado democristiano Efraín Díaz Arrivillaga, «no hay certeza sobre el camino hacia el futuro» de la Resistencia y se lamenta de que excluya a gente que está tanto en contra del golpe como de la política de Zelaya.
En particular, el acercamiento del mandatario derrocado al Socialismo del Siglo XXI que propugna el presidente venezolano Hugo Chávez y su empecinamiento en realizar una consulta popular cuyo fin último era reformar la Constitución y permitir la reelección presidencial.
Lo más probable, según Díaz Arrivillaga, es que los partidos políticos, en particular los dos mayoritarios que han marcado los últimos 28 años de democracia, «se recompongan y se replanteen sus estrategias» para responder a las demandas de esta masa de descontentos y excluidos del sistema partidista hondureño controlado por la oligarquía.
Mientras tanto, Doña Yolanda y muchos como ella en todo el país, siguen recolectando firmas para llegar a un millón 250 mil y demandar al presidente Porfirio Lobo que convoque a una Constituyente.
A decir de Haroldo Rodas, ministro de Relaciones Exteriores, Nicaragua aún se opone a reconocer el gobierno hondureño de Porfirio Lobo; sin embargo, señala que a nivel de región se han concretado acuerdos, como el de libre asociación con Europa, en donde han participado todos los países centroamericanos.