La renuncia del Papa y algo más…


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La renuncia del Papa Benedicto XVI o abdicación como se denomina en el derecho canónico, ha sido la noticia que esta semana se ha divulgado y comentado en todos los medios del mundo católicos o no católicos, porque periodísticamente hablando era una noticia que merecía los titulares destacados.

Héctor Luna Troccoli


Constantemente utilizamos la trillada frase de que “se trata de un evento histórico” y en este caso particular así lo creo, por cuanto, basándonos en el simple hecho de que en 2,000 años, Benedicto XVI es el Papa número 7 en renunciar “al trono de San Pedro”, lo cual, de por sí, ya le da una connotación singular.

El primer Papa que renunció a su cargo fue un tocayo del Presidente de La Hora, Clemente I, en el año 101, pero muchas de las renuncias que se produjeron en los primeros años del cristianismo fueron más producto de intrigas, presiones y luchas políticas debido a que sus “jefes” actuaban abiertamente dentro del contexto de las confrontaciones mundiales.

Volviendo a Benedicto XVI, me molestó el hecho de que una mochilera brasileña que fue brevemente entrevistada por un telenoticiero lanzara gritos de alegría y brincara de contento por la salida del Pontífice, independientemente de si es atea, espiritista o cualquier cosa que se le parezca, debió mostrar más respeto ante la decisión del Papa.

Benedicto XVI no gozaba de mucha simpatía, es cierto, pero hay que comprenderlo y valorarlo por cuanto él recibió el papado, al morir uno de los personajes más carismáticos, admirados y queridos de la historia como lo fue Juan Pablo II por lo que era una carga muy dura de llevar. Y si a ello añadimos que la simpatía que Juan Pablo II prodigaba por doquier contrastaba con el gesto adusto y la actitud ortodoxa del actual Pontífice pues son factores que le restaban popularidad, máxime que era inevitable compararlo con su antecesor que, su sola presencia provocaba emociones diversas.

No obstante, Benedicto XVI afrontó a su manera, la crisis en que se sumió la Iglesia Católica tras la partida de Juan Pablo y tuvo la valentía de reconocer que físicamente ya a su edad era imposible trabajar óptimamente en un cargo de esa naturaleza. Y es que muchos ven al Papa y al Vaticano como un pequeño Estado que dirige a millones de católicos pero no deben equivocarse. En el libro el “Mossad” (Servicio de Inteligencia de Israel), escrito por el periodista y escritor Morris West una buena parte está dedicada a señalar, con nombres, fechas y lugares, la decisiva influencia del Vaticano y el Papa en la política mundial, al grado de que uno de sus obispos actúa como una especie de jefe de inteligencia , quien se reúne indistintamente con el director de la CIA, de la KGB, del mismo Mossad y otros funcionarios para tratar temas muy específicos de alta política mundial que lo dejan a uno con la boca abierta, por la percepción misma que se tiene del Pontífice y el pequeñísimo Estado que gobierna, enfocado en lo espiritual y no en lo material.

De todas maneras creo que la actitud del Papa, ha sido correcta, congruente y valiente al reconocer sus limitaciones y dejar la Iglesia Católica en manos más jóvenes.

Finalmente, como anécdota quiero contarles que no todo es como se cree. Otro Benedicto, solo que Benedicto IX fue una verdadera “joya” que deja chiquitos a nuestros políticos. A este Papa lo eligieron en 1032 y le dieron “golpe de Estado” en 1044, pero en 1045 fue “reelegido” sin embargo, al poco tiempo renunció para “vender” el cargo a Gregorio I, a quien “destronó” en 1047, hasta que en 1048 lo expulsaron por fin. Vean pues, en todos lados se cuecen habas.